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Cangas conoce la tragedia de los "talibé"

"Lo que vivimos en Senegal fue duro", dicen las profesoras del Instituto Rey Pelayo al mostrar cómo viven los niños de las escuelas coránicas

Cangas conoce la tragedia de los "talibé"

Con el cuerpo cubierto de polvo y provistos de un cubo para pedir monedas. Así vagan más de diez mil niños "talibé"-estudiantes del Corán- por las calles senegalesas de Saint Louis. Los jóvenes son obligados a mendigar durante más de diez horas al día y si vuelven a la escuela coránica sin dinero suficiente son maltratados. Su calvario ha sido retratado por Isabel Álvarez-Pedrosa y Palma Aparicio, profesoras del Instituto Rey Pelayo de Cangas de Onís que el mes pasado participaron en África en un Seminario de Intercambio y Formación de Buenas Prácticas en Educación impulsado por la Agencia Española de Cooperación.

El viaje era una recompensa al instituto por haber ganado el Premio nacional de educación para el desarrollo "Vicente Ferrer" con su proyecto "Somos nombres", que aborda los movimientos migratorios a través de la música y la fotografía. "Lo que vivimos allí fue duro. Queríamos compartirlo con los estudiantes porque este premio es de todos ellos", señalan las docentes.

Las fotografías documentales mostradas por las profesoras demuestran, a su juicio, que aún queda mucho por hacer en el terreno de la cooperación. Las profesoras se apoyaron en imágenes tomadas durante su viaje para hacer una radiografía de Senegal, donde el 86% de la población es musulmana. "Allí la esperanza de vida está en los 63 años, mueren sesenta de cada mil niños que nacen y las estadísticas podrían ser peores porque muchos nacimientos ni se registran", explicaron. La falta de educación o sanidad pública fue uno de los asuntos que más sorprendió a los estudiantes cangueses. También el hecho de que el idioma oficial fuera el francés o de que una misma casa estuviera habitada por más de 15 personas en el barrio de los Pescadores, donde no existe mobiliario tan básico como una papelera.

Nuevo programa

La intención de Álvarez-Pedrosa y Aparicio es la de poner en marcha un nuevo programa que fomente la empatía hacia emigrantes e inmigrantes. "Nos falta saber con cuántos voluntarios contamos, pues muchos del año pasado ya no están porque acabaron el Bachillerato. Consideramos importante que se apunten para que conozcan otras realidades", dijeron. La idea es que el nuevo proyecto, previsto en el segundo cuatrimestre, se base en un modelo de aprendizaje-servicio con la comunidad a través del acompañamiento, la alfabetización y la investigación.

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