"Generoso". "Valiente". "Trabajador". Ésas son sólo algunas de las cualidades de Ángel Obeso Ruenes, el sacerdote natural de Posada de Llanes que falleció el pasado 26 de diciembre en la Casa Sacerdotal de Oviedo, y que los curas que oficiaron su funeral ayer en su localidad natal quisieron destacar en una iglesia abarrotada por todos aquellos que le conocieron y quisieron despedirse de él y en la que la emoción se palpaba en el ambiente.

Y no sólo entre ellos deja Ángel Obeso un gran recuerdo. Don Ángel, como era conocido popularmente, era igual de querido entre todos aquellos que tuvieron trato con él. El azar quiso que la gente pudiera darle el último adiós en la misma iglesia en la que exactamente 65 años antes, el 28 de diciembre de 1952, cantó su primera misa.

Una de las personas que más le va a echar de menos es Fidel Llano, con quien Ángel Obeso convivió durante trece años y que, más que un amigo, se considera un "hijo espiritual". "Era muy alegre, generoso y espléndido. Tenía auténtica pasión por la investigación y una gran formación", recuerda Llano. Pero, sobre todo, si tuviera que destacar una de sus características, ésta sería que "era un cura de los de antes, de los de verdad; tenía una gran vocación y le gustaba estar siempre cerca de la gente humilde y de los enfermos".

Entre sus feligreses, el sentimiento es unánime: "Es una gran pérdida". Loli Díaz destaca que "era muy bueno" y que, además, "hizo mucho por todos los pueblos en los que estuvo, se entregaba por completo". Como, por ejemplo, por la parroquia de Pría, de la que fue sacerdote entre 1986 y 2006. Precisamente, la vecina de esa localidad llanisca Mari Carmen Sánchez comenta, visiblemente emocionada, que en el pueblo están "muy agradecidos" por la labor de don Ángel. Coincide con ella Adolfina Tarno, quien además añade que "fue un padre" y que era "bueno como sacerdote y como persona, que es incluso más importante".