Felipe Prieto (Zamora, 8 de octubre de 1941) falleció ayer en Oviedo a los 72 años de edad tras una larga enfermedad. Los que conocieron a este ovetense al que, como Leopoldo Alas "Clarín" "nacieron en Zamora", lo describen como "un artista total". Y es que Prieto exploró casi todos los ámbitos culturales, artísticos y humanísticos. Maestro de profesión, el desaparecido se convirtió en un referente en el mundo de la artesanía desde "Escanda", la tienda-taller que regentaba junto a su mujer -Maribel Aguilar, fallecida en 2007- en el número 5 de la calle Jovellanos. Su especialidad era el trabajo en cuero, en el que se convirtió en todo un pionero en la región y un referente a nivel nacional. Al mismo tiempo, destacó como poeta, tanto en asturiano como en castellano, y fue uno de los impulsores de la Academia de la Llingua, de la que fue uno de sus primeros miembros en 1981.

Toda su trayectoria profesional se explica haciendo un repaso a su vida personal, muy intensa. Hijo de un militar, llegó a Oviedo a los tres años. Estudió en los Dominicos. Allí coincidió con el arquitecto Ramón Fernández-Rañada. "Tomó un camino muy particular dentro del mundo de la artesanía", señalaba ayer Fernández-Rañada. "Sus productos tenían garantía de vida eterna", aseveraba. "Pero ante todo era un tipo muy simpático y culto", sentenciaba.

Los caminos de Prieto y Fernández-Rañada volverían a cruzarse años después en Glasgow (Escocia). Allí aterrizó el fallecido como lector de español para formarse y dar clases de inglés en Primaria. Era 1970, Prieto tenía 28 años y hacía seis que era maestro nacional. Había dado clases en Cerdeño (Oviedo), y luego en pueblos de Cangas de Onís, Parres y Nava. Fue en Escocia donde perfeccionó su estilo como artesano de cuero, recibiendo clases nocturnas de diseño aplicado en la Glasgow School of Art. Aunque el oficio lo aprendió de guarnicioneros de en Pravia y Cangas de Onís.

Regresó del Reino Unido para dar clases en Nava. En 1976 formó parte de la plantilla que inauguró el colegio Baudilio Arce. Ese mismo año abrió "Escanda" en un local propiedad de la familia de su mujer. Aunque siguió dando clases unos años más hasta que optó por pedir la excedencia y volcarse en su pasión por el cuero. En su taller hizo algunas piezas que dieron la vuelta al mundo, como una cartera para el colegio que la Fundación Príncipe regaló al Felipe VI cuando el rey actual tenía 13 años, y unas sandalias de pescador que el Ayuntamiento regaló a Juan Pablo II en su visita la Catedral en 1989.