El presidente de la Asociación "Prau Ferreros", Ramón Vega Martínez, vivió durante los primeros años de su infancia en el mismo edificio que una de las mujeres más famosas de la ciudad y cuyo apodo se ha convertido en una expresión típicamente ovetense. El pequeño Vega poco podía imaginar cuando coincidía en la escalera con Teresa Ciñera a principios de los cuarenta que aquella mujer de nariz aplastada que vendía baratijas en los mercados iba a estar en boca de toda la ciudad setenta años después.

La "Chata Pumarín" llamó la atención primero en su barrio, en concreto en la avenida de Pumarín -donde ocupaba la buhardilla de la casa La Morena- y rápidamente su fama se extendió por el resto del municipio aunque nadie sabe muy bien por qué. Unos dicen que fue por su cara peculiar y otros por sus meteduras de pata. Desde entonces, la frase "quedar como la Chata Pumarín" es tan de Oviedo como los carbayones de almendra. Una de las imágenes en blanco y negro de la VII Exposición de Fotografías Históricas que organiza la asociación presidida por Vega, cuenta esta historia. La ya derribada casa de la chata, en la esquina con la avenida del Pando y junto al también desaparecido bar Casa Lozano, puede verse hasta el viernes en el centro de día de Pumarín, de 10 a 20.30 horas, junto a un centenar de fotos desde el siglo XX hasta hoy. El responsable de "Prau Ferreros" explica orgulloso el contenido de la muestra mientras decenas de visitantes se agolpan frente a los paneles llenos de fotografías de personajes populares de Pumarín como "Belarma", que regentó un puesto de chucherías en la plazoleta del barrio con las chufas como producto estrella; de negocios olvidados; de fiestas y verbenas como las que organizó Enrique Colunga a mediados de los años cincuenta durante diez días seguidos; de familias; de amigos; o del paisaje urbano, como la inauguración en 1954 de las casas sindicales conocidas como "Tocote" y que dispararon el censo de Pumarín al acoger a unas 400 familias.

"Aquí está mi tía posando en la puerta de la tienda de ultramarinos que tuvo mi madre en el barrio". Ovidio Junquera, exvecino de Pumarín que ahora vive en el entorno de Buenavista, se emocionó ayer al ver a parte de su familia sonriendo en una desgastada foto. "Eso pasa mucho, la gente viene aquí porque le presta ver cómo era antes la zona y de repente se encuentra de cara con alguien conocido o consigo mismo", explica Vega, que junto a los 300 asociados de "Prau Ferreros" ha conseguido reunir más de 1.000 fotografías antiguas desde que puso en marcha el proyecto hace siete años. La procedencia de las imágenes es diversa: viejos álbumes de familia, trasteros, colecciones particulares, internet, e incluso las cartas de inmigrantes en Suiza, Bélgica o Francia.

Esta muestra ha tenido éxito incluso antes de ser montada, cuando algunos curiosos se asomaron a la puerta del centro de día preguntando si ya habían llegado "los de las fotos".