Las tertulias de rebotica surgieron en España durante el siglo XVIII como resultado de la efervescencia que dejaron en Europa las ideas de libertad y justicia social de la revolución francesa. Y naturalmente con el tiempo llegaron hasta Oviedo, que fue siempre una ciudad con tradición tertuliana, algunas de ellas muy famosas, como la de la farmacia Collado, que hasta la década de los años ochenta del pasado siglo tuvo una gran actividad en su rebotica. Fue la más popular y también la última en conservar esta tradición, nada menos que durante unos cuarenta años

Juan Collado Solís fue su fundador. Se trataba de una tertulia interclasista en la que sobre todo se hablaba de pesca, caza y montañismo, que eran las tres grandes pasiones del boticario. Por eso en sus reuniones, tan largas como apasionadas, se fraguó la actual Real Asociación de Pesca Fluvial, la Sociedad Asturiana de Caza y también el Club de Montaña Vetusta.

Juan Collado, además, plasmó su amor por la caza y la pesca con artículos periódicos en LA NUEVA ESPAÑA, que firmaba con los seudónimos de Juan del Monte o Juan del Ríos dependiendo de lo que escribiera. Todo esto y más lo recuerda Miguel Ángel Collado Prieto, que cogió el testigo de su padre, Juan Collado Solís, que abrió la farmacia en la calle Covadonga cuando corría el año 1940. En 1962 se trasladó a la calle Caveda, donde aún continúa. Ahora celebra su 75 aniversario.

"La puerta de la rebotica estaba abierta a todos, Jaime Vigón, presidente de la Diputación; el doctor Parreño; el gobernador civil, Labadíe Otermín; Manolo, un policía municipal que era un personaje; un maletero de Renfe que era muy popular, eran de los más habituales. La clase social no contaba y de política ni se hablaba", comenta Miguel Ángel Collado.

La puerta de la farmacia estaba siempre abierta para todos, afirma con orgullo el farmacéutico. "Incluso cuando llegaba de Madrid el capitán General Agustín Muñoz Grandes o el escritor y naturalista Jaime de Foxá, que ocupó altos cargos durante el franquismo, todo era muy natural". Tal vez en esa singularidad, para la época, radicaba su fama.

"No seáis fatos, lo mejor es el modelo alemán, que después de cincuenta años el túnel del Pajares ya ye nuestro", espetó Juan Collado al entonces presidente de la Diputación, Jaime Vigón, a Muñoz Grandes y a Foxá, entre otros, que quedaron sorprendidos por lo que entonces, hace ya sesenta años, resultaba una como poco sorprendente propuesta.

Posiblemente en esa rebotica de Collado se habló por primera vez de lo que muchas décadas después se convirtió en la Autopista del Huerna. Así lo recordaba Juan Peláez, que desde los doce años hasta su jubilación trabajó en la farmacia.

"En los ochenta la tertulia decayó, al perderse las reboticas las farmacias dejaron de ser lo que eran y todos empezamos a vivir demasiado apurados" , lamentó Miguel Ángel Collado dirigiéndose nostálgico a su hijo Germán.