Ya desde la llegada al poder, en 1926, de António de Oliveira Salazar, y en comandita con el general António Óscar de Fragoso Carmona, una oleada de censura cayó como una red sobre el fado, la más célebre expresión de la música portuguesa. Las labores de los censores trataron de contener ese sentimiento de desgarro propio de cada pieza, reflejo en las voces de un malestar social más profundo. El gobierno obligó a los fadistas a convertirse en artistas profesionales y "en 1927 se impuso que el fado sólo fuera interpretado en las 'casas de fado', como forma de controlar las actividades culturales y sociales", precisó ayer Ramón García Ovide durante una charla-audición en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA.

Sin embargo, y como reacción a ese movimiento censor, el proverbial sosiego de los portugueses no evitó que numerosas piezas y nuevas expresiones del fado, el propio 'vadio', empezaran a nacer fuera de aquella red. De ahí el largo título de la conferencia de ayer, "El fado vadio: una expresión del alma del pueblo portugués, la poesía musicada del fado 'amador', no profesional, popular, espontáneo y auténtico". La charla fue guiada por el citado García Ovide y el psiquiatra Ángel García Prieto, en el marco de un acto organizado en colaboración con la Asociación de Amigos del Fado de Asturias.

García Prieto sintetizó la esencia del fado vadio con una frase aparentemente contradictoria: "Esta persona canta mal, pero pone todo su corazón en el fado", lo que viene a significar que en dicha expresión musical se toleran algunas disonancias y desafines con tal de que la emoción del intérprete penetre en sus oyentes. Yendo al comienzo de las cosas, García Prieto alertó de que "la palabra portuguesa 'vadio' dice poco, pues significa cosas contradictorias y confusas como vago, vagabundo, errante..., que devalúan el sentido". Por ello, Prieto prefirió hablar del "fado de los forofos, de los aficionados, no profesional y cantado espontáneamente en bares y tascas".

García Ovide detalló más las características de este estilo musical. "También se lo conoce como fado amador, o fado bohemio, pero no es un fado diferente, sino el interpretado por alguien en el chiringuito de la esquina, por decirlo de forma gráfica".

El conferenciante utilizó entonces una comparación con el itinerario por un río, "que se puede hacer en barca y pagando, o vadeándolo". Por tanto, el significado de "vadio" sería el de "vadear, escapando así del fado profesionalizado, por el que había que pagar".

Esa dinámica provocó que "como la expresión 'vadio' es peyorativa en portugués, y venía a significar que "los pobres son los que cantan 'vadio', y cuando los grandes cantantes interpretan ese estilo de fado lo llaman 'amador'".

Ahora bien, ya sea interpretado por profesionales o por aficionados, lo que identifica esta manera de cantar es "el desinterés económico y comercial de quien lo interpreta", con la característica añadida del "sentimiento que un fadista pone al cantar", lo cual le descarga de los deberes virtuosos de un intérprete consagrado.

"La escuela y la calidad del cantante" quedan entonces en un segundo plano. Más desarrollado en el Norte de Portugal y en el entorno de Oporto, Ramón García Ovide señaló finalmente que la definición más genuina de dicho estilo se la escuchó a un aficionado: "Es el fado de los portugueses y para los portugueses".