Roban en el despacho de Ana Taboada un expediente interno del "caso Pokémon" y la primera teniente de Alcalde y líder de Somos pide una caja fuerte para sus documentos confidenciales. Que hasta ahora no la tuviera es un síntoma de la vulnerabilidad y la despreocupación por la seguridad en el Ayuntamiento de Oviedo. Que se sepa, es el tercer episodio de este tipo en los últimos cinco meses. Una ciudad que se presume segura, que siempre lo ha sido y que lo quiere seguir siendo, no puede consentir que un grupo de manifestantes se presente a la puerta del despacho del Alcalde con la intención de atrincherarse en el edificio para protestar contra los premios "Princesa de Asturias". Así sucedió en octubre; en una ciudad de una pieza, no puede aparecer sobre la mesa de un concejal (Ricardo Fernández, el de Seguridad) la copia de la denuncia que motivó la retirada con la grúa municipal del coche de Ana Taboada y que la propia policía decía haber destruido; y en una ciudad seria, el despacho de la concejal más mediática, la estrella de los movimientos del cambio en Oviedo no puede carecer de las mínimas medidas para, guardar documentos con seguridad. Por lo menos solo han faltado papeles. Pero no por tener un Ayuntamiento seguro se es menos democrático ni se está menos cerca de la gente, ni se dejan de hacer cosas pensadas para los menos favorecidos.

Persecución al navajeo nocturno

Decía que Oviedo es una ciudad segura. E intenta no dejar serlo. En esto se empeña el concejal de eso, de Seguridad, Ricardo Fernández, obligado a llenar de policías el Antiguo el fin de semana para frenar la fea costumbre de la puñalada instalada en el último mes, que sale casi a cuchillada por noche de fiesta. Ayer había congregación de agentes en el casco viejo; de la Policía Local, y varios de la Unidad de Intervención de la Policía Nacional, los de las manifestaciones, los conocidos como antidisturbios. Al edil no le han podido los complejos y sí la responsabilidad. Que la sangre corra tres fines de semana consecutivos en una ciudad pequeña y tranquila de provincias es un sinsentido. Con sinceridad y crudeza poco común, el edil reclamó a la Policía Nacional que arrimase el hombro. Porque Oviedo es una ciudad segura, lleva así muchos años y salir a tomar unas copas no puede ser una ruleta rusa del navajeo. Llenar las calles de policía no queda bonito, pero es efectivo cuando falta educación y la laxitud de la autoridad ha hecho desaparecer las leyes en un foco concreto de la ciudad. Entonces toca atajar el botellón, poner un poco de orden en el mercadillo del Campillín o expulsar a los navajeros de la fiesta ovetense. Y todo esto para conseguir que la cuidad sea cada día más normal y más libre.

Encalla la caravana de Rosón

Rubén Rosón, el impetuoso concejal de Economía, de Somos, visita barrio a barrio y explica a los vecinos en qué consiste el presupuesto municipal del año. Al principio, la idea sentó mal a sus socios de gobierno, sintieron que el partido de Taboada se apropiaba de un logro de las tres formaciones (Somos-PSOE-IU). Hasta tuvo Rosón que cancelar la primera cita. Luego, ediles de otro partidos se sumaron a las convocatorias en tareas de vigilancia, a ver qué contaba. Hasta que la caravana encalló esta semana, cuando Rosón, el convocante, no apareció en el centro social de Vallobín. No respondía al teléfono ni daba señales de vida, así que todo aquello se canceló, ante la cara de circunstancias de Roberto Sánchez Ramos, el agente de la contra que enviaba esta vez IU, y el enfado del puñado de vecinos que habían ido hasta allí. Rosón explicó que él no había convocado esta vez la caravana, aunque aparecía en la agenda pública de actos de su concejalía. Cuestión de coordinación.