Pedro Puig Pérez (Minglanilla, Cuenca, 1958) ha pasado la mayor parte de su vida ayudando a los demás y su trabajo le hace feliz. Estudió Magisterio y recién licenciado se fue a Medellín para educar a los niños de la calle. Regresó, aprobó unas oposiciones del Ministerio de Justicia y pasó a formar parte de la nómina de empleados de centros juveniles. En su Cuenca natal dirigió la sede local de Aldeas Infantiles SOS, una organización sin ánimo de lucro y amparo a la infancia, en la que poco a poco fue ascendiendo como director adjunto, director general y finalmente presidente. Su ONG está presente en ocho comunidades autónomas a través de diferentes proyectos, pero la lista no incluye Asturias. Hasta ahora. Puig visita estos días Oviedo para presentar las actividades de Aldeas Infantiles y participar hoy, entre otros actos, en un pleno para niños en la Junta General del Principado.

-¿Va a implantarse Aldeas Infantiles SOS en Oviedo?

-Así es. Vamos a abrir un centro de día aquí. Forma parte de un programa preventivo de trabajo. Aún no tenemos fecha concreta ni local, pero la idea es abrir este año o a principios del que viene como mucho. La organización busca un local de entre 300 o 500 metros cuadrados para adaptarlo y atender a niños y familias en riesgo social.

-¿Eso quiere decir que el centro de día es necesario?

-Claro. Aldeas Infantiles va a abrirlo porque ha detectado necesidad. Lo cierto es que todas las ciudades españolas lo necesitan. En Oviedo el proyecto ha sido bien acogido y estamos a la espera de que el Ayuntamiento nos diga en qué barrio sería más aconsejable instalarnos. Ya hemos hablado en varias ocasiones con los Servicios Sociales municipales y del Principado. Puede que el año que viene el Gobierno regional nos ayude con alguna subvención. Estamos en marcha.

-Los centros de día forman parte de un programa más amplio. ¿En qué consiste?

-Es cierto. Tenemos las aldeas, que dan nombre a la organización, y que consisten en un grupo de ocho o diez casas en las que los niños y sus hermanos viven teniendo como referencia a una persona que los cuida y en donde también cuentan con el apoyo de un completo equipo de profesionales. Hay cinco escuelas infantiles para menores de tres años. Tenemos un programa de transición a la vida adulta, un servicio de empleo y hasta otro de crédito. Eso sí, sin cobrar intereses.

-¿Tanta actividad obedece a un aumento de las situaciones precarias?

-En cierto sentido sí. Desde 2008 hemos duplicado el número de niños atendidos. Por ejemplo, en los centros de día, desde hace seis años, repartimos comida y becas de comedor cuando jamás pensamos que íbamos a hacerlo. Hay niños que se llevan la comida a casa en un "tupper" para que sus padres puedan cenar. Podemos hacer todo esto porque tenemos casi 1.000 profesionales y unos 300 voluntarios. Además, los asociados responden bien y ha habido muchas altas. Por otro lado, los fondos públicos se mantienen con alguna diferencia por comunidades autónomas.

-¿Mantiene el contacto con los adultos que pasaron por Aldeas Infantiles?

-Claro. Y es muy satisfactorio comprobar la mayoría lleva una vida plena y feliz.