"En un día normal, en la atmósfera hay unas 40.000 tormentas, y en cada una de ellas se producen unos 100 rayos por segundo. Esos fenómenos son, digamos, la batería que mantiene el campo eléctrico en la atmósfera". Así explicó ayer Antonio Hernando Grande, catedrático de Magnetismo de la Materia de la Universidad Complutense de Madrid, el mecanismo que explica que la Tierra esté llena de campos electromagnéticos, gracias a los cuales la vida es posible. "La forma más sofisticada es la derivada de la fotosíntesis", señaló.

"El misterio de las brújulas y las tormentas: cómo el conocimiento científico engrandece la belleza de los fenómenos naturales" era el título de la conferencia pronunciada por el profesor Hernando en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. Fue presentado por José Manuel Fernández Colinas, decano de la Facultad de Química de Oviedo, quien destacó, entre otros méritos, que el ponente es autor de 17 patentes y tiene en sus vitrinas el Premio Dupont de la Ciencia.

Los fenómenos electromagnéticos se manifiestan de un modo que es percibido por los sentidos, indicó Antonio Hernando. Fue en el siglo XIX cuando se desarrolló la teoría fundamental de este ámbito, coronada por los hallazgos de Maxwell. "La interacción electromagnética es la que más familiar nos resulta, porque la vida se debe a la química, y todas las interacciones que intervienen en los fenómenos químicos son electromagnéticas", indicó el catedrático de la Complutense, quien agregó que "también tenemos cierta experiencia de la gravedad, pero su influencia es mucho menor en lo que podríamos llamar la vida provinciana de la biosfera".

Más difícil resultó llevar a cabo los experimentos prácticos. Fue necesario que en 1909 Theodor Wulf desarrollara el primer electrómetro. Este instrumento permitió en 1912 al físico Victor Franz Hess constatar que la ionización atmosférica aumenta proporcionalmente con la altitud, lo que le llevó a concluir que la radiación debía proceder del espacio exterior, de fuera de la atmósfera. El experimento llevado a cabo con el electrómetro de Wulf le valió a Hess el Premio Nobel.

La diferencia total de potencial desde el nivel del mar hasta la parte superior de la atmósfera es de unos 400.000 voltios. La carga es negativa en la superficie de la Tierra y positiva 80 kilómetros arriba, en el límite de la atmósfera. "La máxima carga se localiza a 15 kilómetros de altura", precisó Antonio Hernando. "Cuando no hay tormenta, en un día apacible, existe un campo eléctrico vertical, que va hacia abajo, y que no lo notamos porque somos muy buenos conductores; si no fuera así, tendríamos unas cargas eléctricas grandes, pero nos apantalla la propia Tierra", agregó. Los rayos de las tormentas son los que proporcionan carga negativa a la Tierra, "mediante un mecanismo que no se conoce".