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El arte habita en los niños

Los alumnos de la Escuela Municipal de Artes Plásticas muestran en la sala Borrón una colección de obras en las que recurren al reciclaje y exploran conceptos como el espacio

Los niños contemplan algunas de las obras expuestas en la sala Borrón. Luisma Murias

Robots de un solo pie, peces que viven en jaulas, hombres prehistóricos, seres que habitan el espacio, soles y lunas, amigos, flores y muchos colores habitan en las mentes de los niños y los profesores de la Escuela Municipal de Artes Plásticas y Escénicas estimulan su creatividad, les enseñan a disfrutar de ella y a transformarla en un objeto artístico. Resultado de las fantasías de los chiquillos y de la pericia técnica que van adquiriendo gracias a sus profesores es "Hábitats", una exposición inaugura esta semana en la sala Borrón y que puede visitarse hasta el 15 de julio. Son casi 150 obras, pinturas, esculturas y cerámica, de niños a partir de los cuatro años y jóvenes hasta los veinte y su exposición pública en una de las salas más importantes de la ciudad resulta emocionante para sus autores.

Eso dice Pelayo Nuño, que tiene nueve años y ya ha expuesto en varias ocasiones, tantas como cursos lleva en la Escuela Municipal de Artes Plásticas. Él es el creador de "una tribu prehistórica moderna", concepto que explica sobre el papel mostrando por aquí un hombrecillo, por allá un ser fantástico, construcciones y cascadas.

Todo ello está dibujado sobre papeles pintados italianos, de los que se usan para empapelar las paredes, que la Escuela consiguió de liquidación en una tienda ovetense, a los que los jóvenes artistas han dado nueva vida con su imaginación y sus rotuladores.

Beatriz Gutiérrez, profesora de Pintura del centro y su compañera Sonia Cañal, cuentan que resultó interesante ver cómo los niños exploraban el asunto del espacio a partir de los diseños de los papeles y le daban soluciones de lo más ingeniosas.

Sofía Palazón tiene seis años y tardó cuatro días en acabar su obra, en la que aparece caminando con su hermano por el campo. Su hermano se llama Jaime y tiene ocho años. Él aprovechó el estampado aladrillado de su papel para dibujar a dos chicos escalando; lo más complicado, dice, "fue pintar la cuerda" que les mantiene unidos.

Adolfo Manzano es el profesor de escultura y para sacar el máximo partido de este trabajo escolar cuenta que en las clases les animaba a "que dijeran ideas locas, cuanto más locas mejor", haciendo de ellas arte. Así ha salido esta exposición llena de imágenes "surrealistas, oníricas y fantasiosas".

También bucólicas, como las obras de Gala Martínez, de ocho años, que ha llenado de flores su papel, y de Aleida Llano, que tiene 18 y prefirió las mariposas, con las alas abiertas o reposando sobre las ramas del suyo.

En los cuadros que cuelgan en las paredes de la galería y entre las piezas escultóricas colocadas en el centro de la sala, en un entramado de madera reciclada, abundan los animales.

Hay un búho posado en la rama de un árbol, obra de Shara García, que a sus siete años sitúa la escena en "un bosque muy profundo" y cuenta que lo más difícil de hacer resultó ser la cabeza, aunque tampoco fue fácil el cuerpo y los árboles le costaron un poco también. Nora Montoya, de doce años y desde los cuatro en la Escuela Municipal de Artes Plásticas, ha convertido su papel en el hábitat de una rotunda rana verde y comenta que para ella asistir a las clases es "una diversión".

La Escuela Municipal de Artes Plásticas y Escénicas está gestionada desde hace años por Taller 3 y la exposición de la sala Borrón con la que acaba el curso ya lleva haciéndose desde hace ocho años. En las distintas sedes de la Escuela estudian unos seiscientos niños cada curso y a través de las actividades extraescolares en los colegios de todo el municipio de Oviedo llegan a más de mil quinientos.

"Lo más difícil es tener la idea", comenta Alicia Infiesta, una de las artistas que expone en Borrón. Ha convertido su papel, que imita las vetas de la madera, en una casa para un montón de preciosas lagartijas verdes. Ella tiene diez años y su hermana Inés, ocho y en esta exposición presenta dos obras: una pintura, con una chica muy atractiva a la puerta de su oficina y una escultura, de un hombre sentado con un libro entre las manos.

Marga Pinto, otra de las profesoras, ha intentado iniciar a sus alumnos a través de los trabajos para esta exposición en "una escultura arquitectónica y modular, y con los más pequeñinos he trabajado sobre la repetición". Se centró en elementos básicos: cielo, tierra y mar, y afirma que "lo que más les gustó fue el reciclado".

Luis Fernández, de nueve años, le sacó mucho partido a ese asunto. Creó un robot sobre un papel plateado y con una textura metálica y lo hizo al revés, dejándolo a la vista en el personaje y pintando el fondo. Su hermana se llama Sol Fernández y también expone, la protagonista de su cuadro es su mamá, en su habitación.

"El arte forma parte del crecimiento perceptual", explica Beatriz Gutiérrez. Por eso, en la exposición de cierre del curso "no cabe selección, exponen todos los que quieren", y quieren casi todos. Todos son artistas y sus mejores obras se puede ver durante las próximas tres semanas en la sala Borrón.

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