Francisco Crabiffosse Cuesta sigue con perplejidad e indignación los últimos acontecimientos en torno al patrimonio de la fábrica de armas de Trubia y su archivo. El historiador, crítico de arte, comisario de exposiciones y ex director general de Cultura del Principado, manifiesta abiertamente su indignación ante la posibilidad de que ese archivo salga de Asturias y responsabiliza de ello a las administraciones, la regional y la local, por el desinterés que, a su juicio, demuestran en la defensa de su patrimonio. Crabiffosse es el autor del proyecto del Museo Histórico de Tecnología e Industria Militar de Asturias que los ministerios de Fomento y Defensa, con Francisco Álvarez-Cascos y Federico Trillo al frente, y el Ayuntamiento de Oviedo, con Gabino de Lorenzo, acordaron sacar adelante ya en el año 2003.

-¿Cómo le llegó aquel encargo?

-El primer contacto que tuve con la fábrica de armas de Trubia y su archivo fue por una investigación que realice sobre la historia de la litografía en Asturias, porque el primer taller de litografía de Asturias fue el de la fábrica de Trubia, aparejado a otro de fotografía. El Ministerio de Fomento, con Cascos al frente, me encargó que hiciera el proyecto de un museo de las fábricas de armas de Asturias. Aquel proyecto se entregó completo, con todas las unidades expositivas, contando con el patrimonio que conservan la fábrica de Trubia y la de Oviedo y utilizando el inventario que había hecho el Ministerio de Defensa. Cascos dejó el Ministerio, hubo cambio de Gobierno y no volví a saber nada más de aquello. Yo seguí estudiando sobre el patrimonio de las fábricas por mis propios medios. Es un patrimonio esencial para el conocimiento de la historia contemporánea y el de las administraciones es un olvido imperdonable.

-¿Qué es lo que lo hace tan valioso?

-Es trascendental, porque encierra los elementos fundamentales que la segunda industrialización de Asturias. Hay una primera a finales del XVIII y más adelante las fábricas de armas de Oviedo y Trubia serán el primer jalón de la segunda industrialización, que es fundamental porque abre la vía a un proceso que va desde el reinado de Isabel II hasta los años 80 del siglo XIX. Se trata de una tecnología puesta a punto siguiendo los modelos europeos, fundamentalmente los modelos belgas, que Elorza conoció durante su exilio. Y es trascendental para el arte.

-¿Por?

-Por la colección de bustos y por la introducción normalizada de la litografía aparejada a la fotografía, con Juan Pedro Gosset. En el ámbito ideológico y de los cambios históricos también es un patrimonio trascendental porque las dos fábricas están adscritas al cuerpo de artillería, en el que abundaban los militares de tradición liberal. En la fábrica de Trubia se editan libros, se desarrolla la masonería... Y en el orden obrero, con las fábricas de armas de Trubia y Oviedo aparecen los obreros especializados, la formación técnica profesional, luego artes y oficios, y la escuela de aprendices.

-Su influencia se extiende más allá de los muros de las factorías.

-En Trubia se construye un poblado para los obreros, con chalés para los directivos; a Oviedo, llegan los armeros vascos, que se asientan en el entorno de lo que hoy conocemos como Campo de los Patos. En Oviedo, en el XIX hay una colonia de armeros vascos que tenían casa y fragua, con su propia cofradía religiosa y que en las procesiones religiosas salían cantado en euskera. Asturias debe mucho a los vascos, no solo en ese periodo, desde el XVIII hasta el franquismo, y los de la Revolución del 34, en la que los armeros de la Vega tuvieron un papel muy importante. Para Oviedo todo ese caudal de técnicos especializados fue fundamental para la configuración de su identidad. La fábrica de la Vega es la primera industria seria con la que contó Oviedo.

-Y de todo eso dan fe los archivos de ambas fábricas...

-En la fábrica de La Vega se conservaban los expedientes laborales de todos los armeros, vascos y no vascos. Son centros de producción que estaban en la vanguardia de la fabricación de armamento, la de Trubia estuvo en la exposición de Londres. Y ahí está también el conjunto arquitectónico de ambos complejos. Es un patrimonio indispensable para la ciudad, a conservar íntegramente. El bulevar del que hablan en Oviedo (Crabiffosse se refiere al proyecto de remodelación de la entrada de la autopista "Y" en la ciudad) debería ser el bulevar de los armeros, no me cabe ninguna duda. Es la cultura laboral que lo impregna todo. Sin las fábricas de armas el destino de Asturias hubiese sido muy distinto.

-¿Cómo reaccionó al oír hablar del traslado de los fondos documentales de la factoría de Trubia?

-Mi primera reacción fue de profunda tristeza, tristeza por que a estas alturas del siglo XXI las administraciones tengan esta actitud tan dramáticamente frívola. La reclamación de esos fondos para Asturias es indiscutible, sin entrar en la propiedad, dan fe de un hito ideológico, social y artístico en la región.

-¿Cómo había organizado todos esos fondos en su proyecto para el museo de Trubia?

-Contemplaba la rehabilitación del Casino, de la residencia de oficiales y del director, y detallaba todas las unidades expositivas, con todos los contenidos cerrados. Trubia tiene una colección de escultura interesantísima, tanto por los escultores que las realizaron como por la técnica y el aspecto iconográfico -están los bustos de Jovellanos, de Mon, de Toreno...

-¿Tiene sentido que todo ese material sea trasladado a un archivo nacional?

-Sentido tiene, porque la propiedad es del Estado, pero la documentación de esos archivos debería estar aquí digitalizada. Es fundamental para el estudio de la historia de Asturias.

-¿Las fábricas asturianas son muy singulares?

-Las dos fábricas reúnen condiciones muy especiales. Sevilla Barcelona eran centros importantes pero con las cualidades y características de Asturias no hay ninguna. Las fábricas de Asturias surgen con la resistencia de la República francesa y con ellas llegan todos esos técnicos vascos y extranjeros.