Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de María (nombre ficticio) al encontrarse ayer en los pasillos de la Audiencia Provincial de Oviedo con el padre de su hija. La última vez que lo vio, hace más de un año, la Policía se lo llevaba esposado de su casa después de que intentase matarla valiéndose de un destornillador, en presencia de la niña, de ocho años y autista. Cuando ayer se lo volvió a encontrar, también esposado en los pasillos del juzgado, ella apartó la mirada sin dar crédito a lo que estaba sucediendo, porque no entraba en el guión. Él se paró un segundo y la repasó de abajo a arriba. "¿Por qué me pasan a un asesino por delante?", exclamó ofendida.

La precaria distribución de los juzgados ovetenses propició ayer esta violenta situación durante la vista oral señalada para juzgar al acusado, para quien la Fiscalía reclama una pena de 27 años de prisión por intentar matar también a una amiga de su expareja. Las acusaciones habían solicitado expresamente que en el juicio se estableciesen las medidas oportunas para que no hubiese contacto visual entre las víctimas y el acusado. Y aunque en el interior de la sala estaba dispuesto un biombo con esta finalidad, para acceder a ella el acusado recorrió el pasillo donde aguardaban los testigos, cruzándose con las dos víctimas. Dos veces, una al entrar y otra al salir.

Fuentes judiciales consultadas han explicado que, al parecer, esa era la única manera de que el procesado pudiese acceder a la sala de vistas, porque si entraba por una puerta lateral desde otra sala, tenía que pisar el estrado. "Lo hemos pedido todos, que no hubiera contacto visual. De hecho, en la sala estaba todo preparado con un biombo, pero parece que las instalaciones de los juzgados no están muy preparadas para estas cosas: lo subían de calabozos y pasó por delante de ellas. Una lástima", manifestó Susana Fernández Iglesias, abogada de una de las acusaciones.

Finalmente el juicio se suspendió, al no comparecer dos testigos fundamentales para la causa: el vecino que "salvó la vida" a las dos mujeres y su pareja. Al parecer, esta persona actuó como un héroe y, según Fernández Iglesias, si no hubiese intervenido su representada estaría muerta. Esta persona se encuentra en el extranjero y el juicio quedó aplazado.

Los hechos se remontan a mayo de 2015, cuando, con ocasión de la entrega de la menor, que había estado con su padre el fin de semana, el procesado acudió al domicilio en el que madre e hija convivían con la titular del inmueble. Según la versión de la Fiscalía, la madre recogió a la menor en el portal y tras dejarla en la casa, volvió a bajar para charlar con él, que le dijo que quería hablar con la propietaria del piso.

Cuando ella se negó dando por finalizada la conversación, el procesado sacó un destornillador de una bolsa de plástico y se lo clavó en el pecho. La obligó a entrar en casa y una vez allí las arrinconó a todas en la cocina y no paró de atacarlas hasta que llegó un vecino alarmado por los gritos.

La defensa alega que el hombre se había medicado horas antes y que no recuerda los hechos. Por ello pide la absolución o subsidiariamente 4 años de prisión por dos delitos de lesiones y la eximente o atenuante por consumo de medicación. Las acusaciones particulares, que ejercen Susana Fernández y José Manuel Fernández González, se suman a la petición del fiscal.