"Una reliquia de un santo es un recordatorio, algo que nos invita a dar gracias a Dios y a no olvidar. Es un favor del cielo que está en la cruz que hoy recibimos", dijo ayer el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, poco después de que unos niños, portando cirios y el último con una réplica de la Cruz de los Ángeles con la reliquia de San Juan Pablo II en el centro, se acercaran hasta el altar mayor de la iglesia de San Isidoro el Real.

De esta manera la Archicofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora de los Dolores en su Inmaculada Concepción recibió la reliquia del santo, que es su patrono desde el 24 de mayo de 2012.

Antes de finalizar el acto religioso, la reliquia, que es una parte muy pequeña de la sotana, manchada de sangre, que llevaba Juan Pablo II cuando sufrió el atentado el 13 de mayo de 1981, en el que fue herido gravemente por el turco Ali Agca al tirotearle en la plaza de San Pedro del Vaticano, fue colocada en una urna en la parte izquierda del altar mayor, bajo el retablo de la Inmaculada. La Escolanía "San Salvador" contribuyó a dar aún mas solemnidad al acto.

El Arzobispo rememoró, con emoción, el día ya lejano en el que recibió una carta en la que el entonces Papa Juan Pablo II le nombraba obispo de la diócesis de Jaca (Huesca). También se refirió al último encuentro que tuvo con el ahora santo, cuando la salud y las fuerzas ya le flaqueaban.

De Juan Pablo II, Sanz Montes resaltó el calvario que le toco vivir, "primero con la locura del nazismo en su Polonia natal, y después con la del comunismo". Y, cómo no, su visita a Asturias, y especialmente al santuario mariano de Covadonga y a los Lagos.

El cardenal de Cracovia, monseñor Estanislao Dziwinsz, que fue secretario personal del Papa y ahora santo, envió a la Archicofradía un documento que acredita la autenticidad de esta reliquia, que al final de la eucaristía fue venerada por los fieles que asistieron al ya histórico acto religioso de la diócesis de Oviedo.