"El buen ovetense es crítico, escéptico y con un humor agudo". Lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de La NUEVA ESPAÑA el polifacético Guillermo González-Pola (para todos Willy Pola), uno de los once hijos del pintor César González Pola, que, además de músico y otras muchas cosas, ha sido un conocido hostelero que regentó, entre otros locales, el famoso café Oliver.

A los atributos del ovetense "perfecto", González-Pola añadió la pertenencia a la Sociedad Protectora de la Balesquida, que ayer le invitó a ofrecer una de las conferencias de su ciclo anual dedicado a Oviedo. El público abarrotó el Club para escuchar las reflexiones sobre el humor ovetense de una persona afable, que invitó al respetable a reírse más de sí mismo y a tomarse menos en serio. "No se sabe aún el motivo por el que hay personas que se ríen más que otras, pero cuando reímos liberamos endorfinas; os invito a sonreír más, el cerebro no distingue cuando reímos de verdad y de mentira". Y como la risa va casi siempre unida a una buena conversación, Willy Pola destacó el importante papel que tuvieron las tertulias en la vida social de la ciudad, sin ir más lejos la que se desarrolló en el Oliver entre 1982 y 1995, que fue, además de tertulia, un especial taller literario, con figuras como el poeta Víctor Botas.

De niño Willy Pola tuvo que aprender a reírse un poco de sí mismo el día que las monjas del colegio la Milagrosa le pasearon por las clases de las niñas con una banda negra que denotaba su mal comportamiento. "Tenía 5 años y nunca me olvidé de aquello, precisamente acaba de fallecer sor Julia, que me las hizo pasar canutas". En sexto de Bachiller González-Pola vivió su primer contacto con el mundo de la hostelería cuando le nombraron delegado del viaje de estudios. Después de trabajar afanosamente para recaudar fondos, no le dejaron ir al viaje "porque casi no había aparecido por clase. Le dije a mi padre que quería trabajar, que lo mío no eran los libros". Empezó en la Cámara de Comercio y luego pasó por varias empresas. "Una de las etapas más divertidas fueron los meses que viví en Londres". A la capital británica se marchó dos veces, la primera pensando en no volver. "Vendí el Seiscientos y con tres maletas y la guitarra embarqué en el ferry 'Patricia' que salía de Bilbao". Willy Pola se hizo casi londinense, pero volvió a su querido Oviedo. Alberto Polledo lo explicó a la perfección en la presentación: "Willy Pola tiene una pasión primordial que es Oviedo. Willy ama a Oviedo y se siente carbayón ante todo".