Aunque todavía le quedan unas cuantas misas; aunque todavía el próximo domingo habrá un cuerpo a cuerpo con la feligresía para la definitiva despedida durante un aperitivo en el colegio de las Dominicas; y aunque hasta que no termine el mes seguirá Fernando Llenín en San Francisco de Asís, el todavía párroco de la Gesta quiso dejar para la historia el domingo del Corpus de 2017 como el día de su punto final a 18 años en la iglesia redonda. "No estoy triste, no sé lo que es la tristeza. Uno puede a veces estar un poco 'gacho' pero no triste", pronunció ayer Llenín ante un templo a rebosar.

El párroco eligió la homilía del día del Corpus para su despedida, ahora que las últimas decisiones del arzobispo, Jesús Sanz Montes, le envían a la parroquia de San José, en Gijón. "Allí tendréis vuestra casa", dijo el sacerdote a quienes le han visto en San Francisco de Asís, en la plaza de la Gesta, durante los últimos 18 años. La solemne misa de ayer dio al 'hasta luego' de Fernando Llenín un halo de nostalgia y enhebró entre dos fechas señaladas una larga trayectoria: del Domingo de Ramos de 1999, cuando dijo su primera misa en la parroquia, hasta ayer, en pleno Corpus.

En la plaza de la Gesta aguardan ahora a Juan José Tuñón Escalada, abad de Covadonga. "Ponedle las cosas fáciles", pidió ayer Llenín a sus feligreses. "Os llega un sacerdote cultísimo, algo tímido, pero acogedor; recibidle con el corazón abierto, tened paciencia y, muy importante, saludadle por la calle con la sonrisa con que me saludáis a mí", pidió a su gente en un discurso rebosante de cercanía.

A sus 62 años, abandona Fernando Llenín una comunidad cristiana poco acostumbrada a los cambios. Fue él quien sustituyó a Óscar de la Roza, fundador de la parroquia. Era capellán de la Universidad y uno de los pocos disponibles para sustituir al titular, enfermo entonces y sin el coadjutor disponible. Javier Gómez Cuesta, vicario general entonces, tiró de Llenín para que echara una mano en aquella Semana Santa de 1999. Y ahí encontró un párroco duradero. El párroco dio las gracias "por todo" y a todos, mil y una veces en su homilía y encontró correspondencia con un cerrado, largo y sentido aplauso.

Siguió la vida parroquial con la procesión del santísimo alrededor del templo y bajo palio y con los niños de la Primera Comunión luciendo contentos en la que para ellos fue una gran mañana de bienvenida cristiana.