Son 5.400 los jueces que trabajan en España y que merecen que los ciudadanos se fíen de ellos. Esa era la pregunta del debate de ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA: ¿Pueden confiar los ciudadanos en los jueces? Y los tres ponentes contestaron que sí. Con un matiz: una cosa son los jueces y otra el sistema judicial.

Juan Martínez Moya es vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) de España; Luis Francisco Lozano es juez del Tribunal Superior de Justicia de Buenos Aires, y Ricardo Pérez Manrique es juez de la Suprema Corte de la República del Uruguay. Los tres están en Oviedo en la XII Reunión de la Conferencia Iberoamericana de Ética Judicial.

"De un juez se espera que sea un ciudadano con ciertas virtudes, además de conocer muy bien la Ley", explicó Juan Martínez Moya. Imparcialidad, independencia pero también integridad.

"Un buen juez es aquel capaz de no transgredir las normas jurídicas y cumplir con las normas éticas", dijo Manrique. "Podemos confiar en nuestros jueces, y la primera razón es que no nos queda otro remedio", ironizó Lozano para quien el control a los jueces es necesario "siempre que no afecte a la esencia del aparato judicial" y que "no les pongan en un estado de temor permanente".

Trabajar bien y comunicar bien, un desafío pendiente. "Los ciudadanos tienden a ver los sistemas judiciales como algo opaco", señaló Manrique. Martínez Moya habló de "la necesidad de explicar bien la ley a través de una labor pedagógica" que no siempre es interpretada correctamente. "Un juez no puede estar en una torre de marfil, alejado del mundo, pero se necesita prudencia para que sus declaraciones públicas no afecten a su imagen de imparcialidad", dijo. Moya afirmó que el gran objetivo de la Justicia es "tener jueces, una buena legislación y medios suficientes" para desarrollar su trabajo.

El acto, organizado en colaboración del Colegio de Abogados de Oviedo, fue moderado por Fernando Castro: "Es sorprendente que todavía se siga diciendo eso de que el magistrado estaba comprado".