La Cofradía de la Balesquida tuvo que arreglárselas por su cuenta este Martes de Campo para hacer llegar los bollos y el vino a sus miembros. La sociedad protectora, que siempre se había hecho cargo del reparto, se desentendió de él por primera vez, por las desavenencias entre ambas instituciones. Así que los cofrades montaron un quiosco en la plaza de la Catedral, liberada ya del mercado medieval, y repartieron bollos y vino durante toda la mañana.

La directiva de la cofradía había encargado 1.425 bollos, que se acabaron antes de tiempo. Lo mismo pasó con el vino blanco con que se acompañan. Nadie se quedó sin ellos, porque los cofrades encargados del reparto reaccionaron rápido y se agenciaron más bollos y más botellas. Algún que otro cofrade se desorientó con el lugar de entrega y acudió primero al Campo San Francisco, ocupado por la protectora.

La Cofradía de la Balesquida, que tiene más de ocho siglos de antigüedad, volvió a colocar ayer en la plaza de la Catedral sus estandartes verdes. Una vez desmontado el mercadillo organizado por la protectora, que el pasado sábado recurrió a la Policía Local para que las quitara, el espacio quedó libre y la cofradía repuso sus insignias, colgadas de la barandilla que rodea el recinto.

Inscripciones

En los últimos días, según los portavoces de la cofradía, se están registrando muchas inscripciones. Ellos lo interpretan como una reacción al tira y afloja con la sociedad protectora. Ayer por la mañana, durante el reparto de los bollos solicitaron ingresar una veintena de ovetenses, según sus datos.

En la capilla de Nuestra Señora de la Esperanza, al cuidado de la cofradía e iluminada por cientos de velas, se bendijeron los bollos y se repartió el pan bendito a primera hora.