El Padre Ángel cierra los ojos al entrar en el hotel de la Reconquista. Ve paredes sin cuadros, suelos desnudos y baños sin agua caliente. Se adentra inconscientemente en el antiguo hospicio provincial de Oviedo, abierto hasta 1965 en un inmueble convertido hoy en establecimiento de cinco estrellas. En él, hace 54 años, el sacerdote mierense tomó la firme decisión de dar un futuro mejor a los niños abandonados.
El cardenal Tarancón nombró al Padre Ángel capellán del hospicio en 1961 y un año después ya se puso en marcha el primer hogar infantil de la Cruz de los Ángeles, el antecedente de la ONG Mensajeros de la Paz.
Lo hizo junto al también sacerdote mierense Ángel Silva, convencido de que los orfanatos de enormes dimensiones no eran lo mejor para los críos. "Ahora hay alfombras donde antes formaban pequeños rapados al cero vestidos con mandilones azules". A Ángel García Rodríguez, conocido como el Padre Ángel, le marcó "la tristeza en los ojos de aquellos niños", su desnutrición y la inquietante sensación de que no tenían nombre, de que ingresaban allí igual que un paquete pasa por un torno.
No fue fácil hacerse con un piso para que únicamente siete u ocho chavales crecieran más cómodamente. No sólo por el dinero, sino también por la incomprensión de la sociedad y del gobierno, que no entendían la necesidad de mimar a los niños sin suerte. "Fue una quijotada que recibió muchas críticas, pero que afortunadamente creció hasta llegar a lo que hemos conseguido, una presencia en más de 50 países para acoger a niños y jóvenes privados de ambiente familiar o en situación de abandono".
El Padre Ángel contó esta experiencia el sábado, durante la gala de entrega de 22 medallas de oro que organiza el Foro Europeo Cum Laude y cuyos beneficios se destinan a Mensajeros de la Paz. La ceremonia fue en el Salón Covadonga del Hotel de la Reconquista. Por eso, el sacerdote no pudo evitar recordar a aquellos críos malnutridos y faltos de cariño con los que empezó todo.
