La explosión de júbilo, aquel gol de Bango, sigue generando controversia cuando se pregunta a los protagonistas. Es una acción de sobra conocida, tanto por los que guardan la imagen en su cabeza como los que repiten la jugada en Youtube. Un centro desde el córner al corazón del área y una aparición esporádica de Bango para, al segundo intento, remachar a la red. El debate llega cuando se indaga sobre los orígenes del tanto. Bango, jugador de espíritu libre, siempre ha defendido que fue una acción improvisada, un acto de valentía. Que le dijo a Gorriarán que se quedaría al rechace pero que a última hora decidió sumarse al remate. La versión de Irureta difiere y hace referencia a su valía como estratega: todo estaba perfectamente estudiado. Preguntados el resto de protagonistas, no hay unanimidad, aunque la versión de Bango tiene más adeptos.

Aquella jugada, la del gol a los 41 minutos, supuso el momento de mayor intensidad en una tarde inolvidable para el oviedismo, la del 19 de septiembre de 1991. El día en el que el conjunto carbayón debutó en competiciones europeas para recibir al poderoso Génova italiano en la primera ronda de la Copa de la UEFA, un hito que ayer cumplió 25 años.

Un rival italiano en la década de los 90 era como encararse con el coco. "El Génova viene de ser cuarto en Italia, que es como la NBA del fútbol", señaló el día del sorteo Jabo Irureta a LA NUEVA ESPAÑA. Aunque el foco de atención se dividió desde un principio. Estaba lo que sucedía en el césped, el estreno en el panorama internacional, pero desde primera hora de la tarde, la vista se desvío a la grada. Dos horas antes del choque ya había 6.000 italianos en uno de los fondos del antiguo Tartiere. Y la discreción no era su fuerte: era una masa uniforme, con bufandas, banderas y bengalas. Los cánticos, por supuesto, estaban perfectamente acompasados. En plena fiesta de San Mateo, el aeropuerto había dado paso a 9.580 personas a lo largo del día. Se registraron 42 vuelos entre Génova y Oviedo en un margen de 30 horas.

La afición azul no se quedó atrás y el Tartiere vibró como nunca. Las buenas relaciones entre ambas aficiones favorecieron un ambiente aún más festivo. Muchos aficionados de ambos equipos aún tienen en su poder las bufandas intercambiadas durante las horas previas.

El encuentro finalizó de la mejor forma posible para los azules, con un 1-0 que le daba un cuerpo de ventaja de cara al complicado viaje a la región de Liguria, al noroeste de Italia. Los héroes alineados por Irureta hace 25 años fueron: Viti, Zúñiga, Gorriarán, Luis Manuel, Jerkan, Elcacho, Viñals, Berto, Bango, Carlos y Lacatus. En la segunda mitad, entraron en el campo Paco y Jankovic.

El final de la historia se desarrolló un par de semanas después en el Luigi Ferraris y emborrona ligeramente aquel recuerdo. La pesadilla carbayona de aquella historia la protagoniza Skuhraby, un fornido delantero centro checoslovaco, con la necesaria colaboración de Schmidhuber, árbitro alemán con ciertas tendencias caseras.

El 3-1 de la vuelta acabó con aquella primera, y hasta ahora única, presencia europea del Oviedo, pero no estropea el recuerdo de una jornada de fútbol en la que la ciudad y el club se presentaron en el panorama internacional con una puesta de largo impresionante. Aunque aún quede claro la intrahistoria de aquel gol tantas veces rememorado.