En el código no escrito de la exigente Segunda División, una de las reglas inquebrantables es no mirar la tabla hasta los últimos meses de competición. La categoría es considerada una maratón, una carrera de fondo en la que hay que evitar quedarse descolgado demasiado pronto pero en la que lo importante es encontrar un ritmo cómodo que vaya llevando al equipo a las posiciones más ambiciosas. Será a partir de marzo y abril cuando habrá que estudiar la tabla. Pero siempre existen excepciones a la regla general. En las plazas con más exigencia (como Zaragoza, Valladolid u Oviedo) la clasificación sirve para medir la temperatura al equipo. Antes de empezar el choque en el Carranza, los azules ocupaban el penúltimo lugar en la tabla, a un solo punto del último. Los peligros de una nueva derrota eran más que evidentes. Por eso, las principales consecuencias de los tres puntos sumados tienen que ver con los efectos anímicos del empujón en la clasificación.

"Cuando empieza la temporada y te metes abajo piensas: 'ya saldré'. Y luego ves que se te va complicando la situación. Cuanto antes sumes de tres en tres es mucho mejor para el grupo", analiza Héctor Verdés, uno de los que tiene una amplia experiencia en la categoría. Le secunda otro veterano, Toché: "No nos gusta estar en la zona baja y queríamos salir de ahí cuanto antes. Ahora vemos las cosas de una forma diferente". La victoria en Cádiz ha lanzado al equipo en la tabla, consecuencias de una competición tan igualada, Tras abandonar los puestos peligrosos, ahora el Oviedo navega en la zona tibia. Es undécimo, con ocho puntos tras dos victorias, dos empates y dos derrotas. Unos números propios de un equipo en construcción que aún busca forjar su personalidad.

Pero, al menos, la moral vuelve a la estabilidad. "Tras el varapalo de Reus era importante cambiar la dinámica. Ahora debemos mantenerla y mirar más hacia arriba que hacia abajo", analiza Toché. Al empujón anímico hay que sumarle varias consecuencias futbolísticas, después de un choque que mostró la mejor versión de los azules en la temporada. "Las ocasiones que tuvimos fueron para adentro, esa fue la gran diferencia con otros partidos. Además, estuvimos muy serios en defensa y ése debe ser un pilar a partir del cual crecer porque arriba tenemos calidad y vamos a generar ocasiones", señala el murciano. A Verdés le tocó la función opuesta, la de despejar cualquier intento cadista. "No queríamos conceder cosas al rival, eso lo teníamos claro. No dejar espacios a la espalda y lograr que no estuvieran cómodos", revela el central. "Ya comentamos en el vestuario al acabar el partido que además rompíamos una racha negativa sin ganar fuera de casa y nos viene bien de cara a los dos choques seguidos que jugaremos ahora en el Tartiere", indica acerca de la mala dinámica lejos de Asturias, donde no ganaba el Oviedo desde el pasado 13 de diciembre de 2015.

El calendario concede ahora una gran oportunidad para crecer en el Carlos Tartiere. Los azules encaran dos encuentros de forma consecutiva en su propio feudo. Serán ante el Numancia el próximo domingo y contra el Rayo Vallecano dentro de una semana. Hierro siempre ha defendido que el Tartiere debe ser la base sobre la que el equipo construya sus aspiraciones de codearse con los equipos más importantes de la categoría y la plantilla sabe de la importancia de mostrar su mejor versión en casa. "Siempre es bonito jugar en casa y ahora vienen dos partidos clave. Si queremos estar en una posición más cómoda hay que aprovecharlos", sentencia Verdés.