"Es una pena que estemos como locos por jugar en casa cada quince días con nuestra afición porque nos sentimos fuerte, y sales al campo y es una auténtica vergüenza". Miguel Linares no se pudo contener ayer respecto al césped del Carlos Tartiere. El mal estado de la hierba fue especialmente visible en una jornada en la que ni siquiera llovió. El balón botó para todos los lados, los futbolistas se resbalaron, los músculos se cargaron, la conducción fue imposible y hubo incluso dos incidentes que influyeron en el juego del Oviedo: Óscar Gil y Toché tuvieron que ser sustituidos con problemas musculares.

En todas las derrotas, las quejas pueden sonar a excusa, pero ésta del césped no es nueva. Es un viejo problema que, lejos de mejorar, parece que empeora. En el club llevan meses, desde el principio de temporada, con mucho malestar. Ayer los futbolistas azules se cuidaron de no poner por delante el césped al análisis deportivo y, sobre el césped, se limitaron a responder preguntas concretas. Linares fue el más contundente y exigió al Ayuntamiento un "esfuerzo". "Si por un lado el club está haciendo un esfuerzo importante hay otras instituciones que lo tienen que hacer. No es de recibo que un club como el Oviedo tenga el campo que tiene", señaló. David Rocha mantuvo la misma línea crítica, pero insistió en que "no debe servir de excusa". "Es muy difícil mantenerse en pie. Te pongas botas de tacos mixtas, tacos de aluminio. Te pongas lo que te pongas. Golpear el balón es una lotería. Pero está así para nosotros y para el rival", dijo. El técnico, Fernando Hierro, fue muy escueto: "El césped es el que tenemos. Ya lo veis vosotros. Ojalá mejore", dijo.

Los futbolistas del Córdoba también se quejaron. Javi Galán dijo que "se levantaba mucho" y se sufría "mucha carga muscular" y Luso calificó el estado de la hierba de "complicado".