Juan Gómez recorrió 25.000 kilómetros, invirtió más de 2.000 euros y agotó parte de sus vacaciones para ver al Oviedo salir del barrizal del fútbol no profesional. Era el día soñado en 12 años. Por eso decidió viajar desde Chile, donde trabaja, para estar al lado del Oviedo. Cuando llegó al Ramón de Carranza de Cádiz, con su entrada legalmente comprada y su garganta afinada para la ocasión, varios policías le impidieron el acceso. Que el aforo estaba completo y que se las arreglase, le dijeron con desesperante frialdad, como si nada, como si no le estuviera chafando uno de los partidos más importantes de la historia del club, el día de la definitiva resurrección.

Juan terminó viendo el ascenso por la pantalla de un móvil en una zona desangelada al lado del estadio. Es uno de "los 155" que hoy piden lo mínimo exigible: explicaciones y una disculpa.

Hay veces que sólo con historias humanas como la de Juan, que tampoco es muy distinta a la del resto, se entiende mucho mejor la dimensión de una injusticia.

En marzo de 2015, el Oviedo es líder destacado de Segunda B y Juan Gómez, residente en Chile, decide comprar un billete para la primera eliminatoria. Lo compra. Saca un Santiago-Madrid y un Madrid-Santiago, con escala en Lima. Entre medias hace un Madrid-Oviedo dos veces y un Oviedo-Cádiz y viceversa. Total: 25.000 kilómetros y 2.000 euros.

Todo va bien salvo el final. "Dejaron pasar a todos los autobuses del Oviedo menos a tres. Parecía todo preparado", dice. Allí, bajo vigilancia de 30 policías, 150 oviedistas buscaron una sombra y se pusieron a ver el partido por el móvil. "Escuchamos el gol de David mucho antes de verlo en la pantalla", recuerda.

Juan celebró el gol, porque el celebra todos los éxitos del Oviedo, pero admite que fue una "sensación de alegría incompleta".

-¿Cómo se le puede resarcir?

-La solución no existe ya. El resarcimiento es el ascenso del Oviedo, pero tiene que haber una penalización. Nunca nos imaginamos que el día más importante fuera a ser así.