El fútbol es un estado de ánimo y el del Oviedo, aquí y ahora, está por las nubes. No es para menos: el equipo ha cogido velocidad de crucero a las puertas del tramo decisivo de la Liga y va afianzándose cada vez más en el play-off, los fichajes de invierno funcionan -punto para la dirección deportiva-, la afición está volcada (dos récords de asistencia consecutivos en el Tartiere), hay paz institucional y social y, aunque todavía es muy pronto, hay en la hinchada quien ya se aventura a hacer cuentas y soñar fuerte.

En el club son conscientes de lo efímero que resulta todo en este deporte tan pasional y rebajan la euforia. Saben que queda un largo trecho todavía y advierten de que hay que ir "poco a poco". El objetivo marcado es claro: acabar la Liga entre los seis primeros. Y en eso está el Oviedo hoy por hoy, sin duda en su mejor momento de la temporada.

Susaeta, tipo franco y racional, resumió la situación con cuatro palabras de titular: "Es el mejor Oviedo". Los números le respaldan. Lleva mes y medio sin perder y en este 2017 acumula seis victorias, un empate y dos derrotas. La última es aquella lejana de Almería (3-0) y la anterior la todavía más lejana en el Sánchez Pizjuán. Entre medias hubo victorias a rivales directos como Getafe, Cádiz o quizá Valladolid y se cambió la dinámica fuera de casa con un triunfo en Miranda (1-2) y en un meritorio empate en Reus (1-1). " Llevamos una racha espectacular y estoy encantado", explica el vasco, siempre claro en sus explicaciones", señala el siete azul, uno de los futbolistas que ha dado un paso adelante. Su mejoría ha coincidido con la irrupción en el equipo de Diegui. "Si hablo bien de Diegui pues parece que Jose (por Fernández) es el damnificado. Y no me suele gustar. Pero con Diegui me gusta mucho jugar. Tiene mucha profundidad, es muy valiente. Comete errores, sin duda, pero arriba es un cañón. Me entiendo bien con él, es amigo mío y le quiero mucho", dijo.

El vasco sabe que la comunión entre equipo y afición es clave. Y en eso, en apoyo, el oviedismo nunca falla. "Desde el ascenso no vivía el ambiente del Tartiere (el sábado). Es una maravilla. Imaginaros jugar un play-off aquí. Sería la bomba con 31.000 personas. Se me ponen los pelos de punta", afirmó. A él y todo el oviedismo, que, como el propio Susaeta, sigue soñando fuerte.