Como ha sido habitual a lo largo de la temporada, el Oviedo no estuvo solo en el Martínez Valero. Una veintena de seguidores azules se desplazaron a Elche para seguir el último partido de liga regular. Había aficionados de dos destinos diferentes. Por una parte, un nutrido grupo estaba disfrutando de sus vacaciones en Benidorm. Tras un viaje de una hora en coche se presentaron en el estadio ilicitano en busca de la carambola. Los ánimos eran, en líneas generales optimistas antes del partido. Tocaba ganar y esperar un milagro que no llegó.

Otro grupo se había desplazado directamente desde Oviedo. Lo había hecho en coche el viernes para seguir ayer el partido en directo. Entre los presentes, había miembros de la Peña Olivares. No importaba los casi 900 kilómetros de distancia entre las dos ciudades, ni las 8 horas de viaje por carretera. Tampoco que las opciones de los azules fueran tan escasas.

Los ánimos entre los seguidores del Elche, equipo descendido a Segunda B, no eran nada positivos. La afición recibió a los futbolistas con pitidos y cánticos en su contra una hora y media antes de que empezara el choque. Los silbidos fueran la tónica durante todo el choque, con una grada en la que predominó la camiseta negra del Elche, una iniciativa prevista por los aficionados en señal de protesta por el descenso a Segunda B.