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Los siete pecados futbolísticos

La falta de identidad y de carácter, la mala racha a domicilio y la caída en picado en un polémico final marcan otra temporada para olvidar del Oviedo

Los siete pecados futbolísticos

Ha vuelto a suceder. Después de una temporada en la que se vislumbraba una opción clara de regresar a Primera, una rendija a la ilusión, el Oviedo no ha podido superar el exigente final de una competición extenuante. Los males se han condensado en los dos últimos meses pero los síntomas, futbolísticos y anímicos, se percibían desde hace más tiempo. El equipo de Hierro ha cometido siete pecados que le han impedido estar en la promoción de ascenso.

1 Sin identidad. Seguramente, una de las características más marcadas de este Oviedo. La falta de un patrón definido de juego se entendía al comienzo de competición como una consecuencia lógica en el periodo de búsqueda, pero el transcurso de los meses no hizo mejorar la perspectiva. El Oviedo ha transitado por la Liga sin una identidad a la agarrarse, en una continua sensación de improvisación. Hierro aterrizó en Oviedo con las ideas, al menos en teoría, claras. Habló desde el primer día de un equipo que quería ser protagonista con la pelota. Y así lo intentó en el primer mes de competición, tiempo suficiente para constatar que la plantilla había sido configurada con otras sensibilidades. Que no estaba capacitada para llevar el peso de los partidos. Probó entonces el malagueño con una defensa bien armada y el olfato de los de arriba. Pero los varapalos fuera de casa también echaron abajo el plan. El mercado de invierno sirvió para retocar la plantilla pero se siguió echando en falta un plan maestro. El Oviedo ha probado con tres centrales, con gente por el medio, con dos atacantes, con extremos abiertos... Hierro ha intentado que su equipo mandara con la pelota, que esperara al rival, que buscara la victoria con muchos jugadores en el área y a la contra... La sensación en el último mes es que al equipo aún le faltaba alguna cocción.

2 Falta de carácter. La descripción es de Hierro. En muchos de los partidos fuera de casa, el malagueño ha optado por razones más allá de la pelota para explicar los tropiezos. El entrenador habló en su momento de falta de personalidad, de un equipo sin alma y la ausencia de carácter entre los suyos. "Y eso, desgraciadamente, no se compra", se lamentó en Córdoba, plaza en la que el equipo se quedó prácticamente sin opciones de ascenso. El análisis de este defecto trasciende al terreno de juego y apunta a la confección de la plantilla. Al equipo le han faltado líderes en los momentos de dificultad.

3 La condena a domicilio. Los partidos fuera de casa se han convertido en la gran debilidad de este equipo. El Oviedo ha perdido fuerza cada vez que se ha alejado del Tartiere, su verdadero punto de apoyo en la temporada. Los resultados fuera son pésimos (solo 14 puntos) pero aún peor ha sido la imagen en muchos encuentros. Dolieron el 4-0 de Huesca, el 5-1 de Alcorcón o el 3-0 de Almería, por citar tres ejemplos concretos, y afectaron al ánimo del equipo. Hierro insistió en el problema mental, en un presunto bloqueo del equipo fuera, pero también se vislumbraron razones futbolísticas. Sí tiene razón el técnico en que probó todas las soluciones posibles para que el asunto funcionara, sin excesivo éxito.

4 "Toché-dependencia". El murciano se ha convertido una temporada más en la gran referencia de los azules en ataque. Ha asumido sin titubeos su rol como hombre-gol. Y ha respondido con buenos números: 16 tantos hasta el momento. Pero el poder ofensivo de los azules se queda prácticamente ahí. Linares ha ayudado en los momentos en los que ha participado con 8 dianas. Y a partir de ahí una contribución anotadora muy escasa. Valga un ejemplo: el tercer máximo anotador es Costas con tres goles. Principalmente se ha echado en falta una mayor ayuda en las labores goleadoras de los centrocampistas. Susaeta, que el año pasado hizo 9 tantos, solo lleva uno esta temporada.

5 Sin once definido. El equipo aprendió a sobrevivir a base de impulsos, con esa sensación de provisionalidad en todas las decisiones desde el banquillo. Esa falta de ideas fijas también se trasladó a las alineaciones. Hierro no ha encontrado un once tipo a lo largo de la temporada. Sí demostró tener las ideas claras en su columna vertebral (Juan Carlos, Christian Fernández, Torró, Toché...), pero ha habido posiciones demasiado expuestas al cambio. El único momento con cierta continuidad se ha dado al final del campeonato, cuando el técnico ha repetido en tres partidos seguidos el mismo once, con las novedades de Nando y Carlitos en el frente atacante. Pero los resultados no han sonreído.

6 Una caída final en picado. Este punto presenta demasiadas coincidencias con la temporada pasada. Tristes coincidencias. También entonces el equipo se desfondó al final, tras la salida de Egea y con la plantilla en el punto de mira. Esta vez, el desmayo ha sido aún más marcado. El equipo llegó a la recta final con las mejores sensaciones, desde la comodidad de la zona de play-off. Pero el agotamiento de ideas, fútbol y físico ha acabado por dilapidar las opciones azules al ascenso.

7 La falta de perspectiva. Con el aspecto económico perfectamente encauzado gracias al Grupo Carso, se echa en falta un proyecto más a largo plaza en lo deportivo. En el club creen que Hierro abandonará el Oviedo en junio y tocará reiniciar el modelo. El Vetusta no ha aportado valor al primer equipo esta campaña y se avecina otra remodelación de la plantilla. Dos de los futbolistas más destacados, Costas y Torró, vuelven a sus equipos de procedencia tras su cesión: señal inequívoca de se trata de vivir año a año, sin mayor perspectiva.

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