El sueño insuficiente afecta a la sensibilidad a la insulina de las mujeres

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Fernando Monreal

Fernando Monreal

Un trabajo clínico publicado en la revista médica "Diabetes Care" revela que las mujeres, especialmente las posmenopáusicas, que duermen menos de las siete horas recomendadas por noche pueden tener una sensibilidad a la insulina alterada.

En la investigación, casi 40 mujeres fueron asignadas al azar a sueño restringido o adecuado durante seis semanas, y luego pasaron a la otra condición. Durante la restricción del sueño, las mujeres durmieron un promedio de 6,2 horas por noche frente a 7 a 9 horas por noche.

Tanto los niveles de insulina en ayunas como la resistencia a la insulina aumentaron significativamente durante la restricción del sueño, y el efecto sobre la resistencia a la insulina fue particularmente notable en las mujeres posmenopáusicas. Esto fue independiente de la adiposidad y de los cambios en la adiposidad. Y, si esta situación se mantiene en el tiempo, es posible que un sueño insuficiente y prolongado entre los individuos con prediabetes pueda acelerar la progresión hacia la diabetes mellitus de tipo 2.

Los autores del trabajo clínico señalaron que más de un tercio de los adultos duermen menos de las siete horas recomendadas por noche, lo que es preocupante, dadas las sólidas asociaciones entre la falta de sueño y las enfermedades cardiometabólicas.

Para dicho estudio, se reclutó a mujeres de entre 20 y 75 años, las cuales tenían un mayor riesgo de enfermedad cardiometabólica, bien debido al sobrepeso u obesidad de clase I, o porque al menos uno de sus padres tenía diabetes de tipo 2, hiperlipidemia o enfermedad cardiovascular.

Las participantes fueron asignadas aleatoriamente a dormir lo suficiente, definido como de 7 a 9 horas por noche, o a restricción del sueño, definida como una reducción de 1,5 horas por noche, durante 6 semanas. Luego se pasaron a la otra condición.

Las mujeres posmenopáusicas tenían una edad media más alta que otras mujeres (56,1 años frente a 30,1 años) y una glucemia basal en ayunas más alta (94,68 mg/dl frente a 84,6 mg/dl).

Estos resultados se corroboran con otro trabajo en el que los participantes se limitaron a dormir cuatro horas por noche durante seis noches. Al final de esa semana, estos participantes (anteriormente sanos) presentaban un 40 por ciento menos de eficacia en la absorción de una dosis estándar de glucosa que cuando estaban completamente descansados.

La falta de sueño bloquea la liberación de insulina, eliminando la instrucción esencial para que las células absorban la glucosa. Pero, de igual manera, la falta de sueño hace que las células no respondan al mensaje normal de la insulina. Todo ello conduce a la diabetes mellitus grado 2, la cual reduce en diez años la esperanza de vida de un individuo. La privación crónica de sueño se reconoce ya como uno de los principales factores que desencadenan la diabetes tipo 2 en todos los países del primer mundo. Y es un factor que se puede prevenir.

Más de veinte estudios epidemiológicos a gran escala han analizado a millones de personas durante muchas décadas y todos ellos establecen una relación clara: cuanto más corto sea tu sueño más corta será tu vida. El mensaje es claro y sencillo, pero contundente al mismo tiempo; por lo tanto, consideremos el sueño como un acto reparador de nuestro organismo y un acto de salud.

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