En nuestra sociedad, todo lo celebramos comiendo. Las alegrías y las tristezas. Y lo que es aún peor, con alimentos excesivamente nocivos para la salud. De hecho, la comida basura, comida rápida o fast food, nacida a mediados del siglo XX, cuando la prisa empezaba a convertirse en el paradigma de nuestro modo de vida, está teniendo cada vez más presencia en nuestra alimentación.

Por otro lado, nos estamos haciendo muy sedentarios. Los jóvenes pasan demasiado tiempo frente al ordenador, la televisión o las consolas, practican poco deporte o actividad física y los desplazamientos al colegio o a la Facultad los realizan en coche. Con los adultos sucede otro tanto de lo mismo, ya que permanecen sentados muchas horas en el coche a causa del tráfico o en el trabajo, en oficios sedentarios, y abandonan los hábitos deportivos demasiado pronto. Ahora bien, este cambio, secuela de la revolución industrial y del aumento del poder adquisitivo, nos está resultando excesivamente caro. Y, si no, deténganse un momento y echen un vistazo a todos los datos que se publican habitualmente y que hacen referencia a que la vida sedentaria y la sustitución de la dieta mediterránea tradicional, por esa otra rica en grasa animal, nos ha colocado a la cabeza en Europa como los más obesos, con todas las nefastas consecuencias que todo ello conlleva: enfermedades cardiovasculares, diabetes -en edades cada vez más tempranas-, hipertensión, arteriosclerosis?

¿Soluciones? Pues muy sencillas y baratas, ya que tan sólo se trata de seguir una dieta, variada y equilibrada, y un correcto programa de actividad física con el fin de alcanzar el peso adecuado, para mejorar, por tanto, el estado de salud general. Porque no existen fórmulas mágicas que permitan comer todo lo que nos dé la gana y eliminarlo como si nada hubiera pasado. O sea, que si queremos rebajar las escalofriantes cifras que apuntan a que en la actualidad casi la mitad de los españoles sufre sobrepeso y el 16 por ciento de los niños, en edades comprendidas entre los 6 y los 12 años de edad, es obeso, no nos queda otro remedio que incrementar la actividad física y mejorar los hábitos alimenticios, volviendo a la saludable dieta mediterránea, rica en verduras, legumbres, fruta, pescado, con baja ingesta de azúcares y un consumo prácticamente nulo de alimentos preparados comercialmente. En caso contrario, irremediablemente, tendremos que pagar todas estas nefastas consecuencias del exceso de nutrición y de grasa.