Casi 50.000 asturianos padecieron la gripe este invierno. Así lo indican las cifras de la Consejería de Salud del Principado, según las cuales en la temporada que está a punto de concluir se registraron prácticamente tantos casos de la enfermedad como en los dos inviernos anteriores juntos. De hecho, se estima que éste ha sido el invierno con más gripe en la región desde la temporada 1998-99. Como consecuencia, los técnicos de la Consejería pronostican que el próximo invierno se caracterizará por la baja incidencia de la enfermedad.

Las cifras de enfermos facilitadas en las líneas anteriores no son exhaustivas ni pueden serlo. Los registros de la Administración sanitaria recogen exclusivamente lo referido a personas que han padecido la gripe, han acudido a su médico de cabecera y éste ha confirmado que se trata de una gripe y así se lo ha comunicado a los servicios centrales de la Consejería de Salud.

Sea cual fuere la cifra real, lo cierto es que el protagonismo de la gripe en el invierno que acaba de concluir ha sido elevado. El período epidémico, que comprende las semanas en las que se contabilizan más de 60 casos por cada 100.000 habitantes, ha sido inusitadamente prolongado: comenzó a principios de diciembre y no se cerró hasta mediados de marzo. Este dilatado proceso ha dado lugar a una acumulación de enfermos muy considerable.

Esta singularidad de la epidemia gripal de este invierno obedece a que ha sido causada por dos virus distintos. En la primera fase, con el «pico» de la curva situado en la última semana de 2007, circuló con profusión el virus A, más contagioso y propenso a originar epidemias de magnitud considerable.

En las semanas sucesivas, se observó que la curva de incidencia no descendía con la verticalidad habitual. Los técnicos de la Consejería detectaron que había comenzado a proliferar el virus B, cuya acción fue responsable del mantenimiento de la curva en niveles superiores al umbral epidémico. Los expertos sostienen que de este comportamiento tan infrecuente puede inferirse que «en realidad, este invierno ha habido dos enfermedades distintas», con independencia de que a ambas se las llame gripe.

Situando este panorama en un contexto histórico más amplio, la referencia de los últimos tiempos continúa siendo el invierno 1998-99, y más concretamente de enero y febrero de 1999. En esos dos meses, en Asturias se computaron casi 55.000 casos de gripe. En una sola semana se rozaron los 12.500 enfermos.

De cara al futuro, los técnicos de la Consejería de Salud vaticinan que muy probablemente continuará verificándose la lógica clásica, que este año parece haberse verificado. Después de dos inviernos de baja incidencia, en el recién terminado se ha registrado, tal y como se esperaba, un período de alto impacto de la gripe. De mantenerse este patrón, todo apunta a que el próximo invierno la gripe no golpeará con fuerza a Asturias.