Oviedo, L. PALACIOS

El prestigioso chelista mexicano Carlos Prieto emocionó y se emocionó ayer en Oviedo, en donde recibió un homenaje a su larga trayectoria profesional, un reconocimiento en la ciudad de la que procede su familia y en la que se conocieron y enamoraron sus padres.

El músico, considerado a nivel internacional como uno de los mejores solistas de violonchelo, recibió un cálido homenaje por parte de la Asociación Iberoamericana de la Comunicación y el Máster en Dirección de Comunicación y Nuevas Tecnologías, que cuenta con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA. En el acto estuvo muy presente la raíz asturiana del chelista y escritor. «Oviedo tiene para mí una muy profunda significación: mi padre estudió en esta Universidad, mi madre creció en La Manjoya y los dos se conocieron frente al Campoamor», relató.

Su historia familiar, además, también está marcada por la música desde el origen. No en vano, su padre, Carlos Prieto Fernández de la Llana, a la par que estudiaba Leyes, era violinista aficionado. En su juventud se empeñó en crear un cuarteto de cuerda, y así dio con su mujer, que también tocaba el violín. Junto con sus suegros, interpretes de chelo y viola, el padre de Carlos Prieto fundó el Cuarteto Prieto, que perdura hasta hoy de la mano del instrumentista, su hermano y los dos hijos mayores de cada uno de ellos. «Podemos decir que tenemos un récord de longevidad», bromeó el músico tras recibir el galardón.

El intelectual mexicano también resaltó la existencia de un antepasado común con su esposa, María Isabel Prieto: un tatarabuelo llamado Pelayo Prieto, oriundo de Bueño. Tras el repaso a sus orígenes ove tenses, Carlos Prieto hizo que el Paraninfo de la Universidad se quedara pequeño como improvisado escenario en el que divirtió y emocionó a los asistentes. Les divirtió con una conferencia sobre uno de sus últimos libros, «5.000 años de palabras», sobre el origen de las lenguas. Además de solista de primerísima fila, Prieto destaca por su vasto bagaje cultural en amplios ámbitos, como lo es el lenguaje y el origen de las lenguas del mundo.

El chelista y escritor realizó un ameno recorrido por la historia de la palabra hablada, que concluyó con una recopilación de jergas del mundo y sus traducciones al español corriente. Y además de entretener al público, también lo emocionó cuando sacó de su funda su chelo Stradivarius del siglo XVIII, llamado por algunos «El Piatti» y por otros el «Cheloprieto», para interpretar cuatro movimientos de la suite número 3 en Do mayor de Bach. El Paraninfo en pleno se puso en pie para agradecer al maestro un regalo tan especial, ya que como dejó escrito García Márquez: «La música no se me reveló como la pasión mayor de una vida hasta la noche milagrosa en que descubrí el alma del chelo en la manos de Carlos Prieto».