Oviedo

María José IGLESIAS

José Ángel Fernández Villa es hombre sentimental y sindicalista duro. El secretario general del SOMA-FIA-UGT, organización que celebra su centenario y que fue distinguida con la medalla de oro del Principado, acudió a la audiencia con los Príncipes y recordó que la hoy Princesa «me entrevistó al salir del Pozo Barredo en 1993». Él se lo comentó y ella asintió. Su marido, don Felipe, bromeó con los 55 años que lleva en el SOMA «Casi tantos como tiene la entidad», le dijo. Al veterano sindicalista le gustó el detalle, aunque más le agradó que los Príncipes se interesaran por el futuro de la minería. «Les expliqué que lo que hacemos es defender el carbón, fundamental para esa tierra». Villa destacó su cercanía. «Son gente del pueblo», señaló.

Don Felipe y doña Letizia dedicaron parte de su primera jornada en el Principado a conceder nueve audiencias. En todas ellas planearon la situación económica, los problemas de la minería y el incierto futuro de los jóvenes universitarios. También hubo hueco para el trabajo solidario de las fundaciones Vinjoy y la Laboral de Minusválidos Santa Bárbara, de Hunosa. La mañana comenzó con el recibimiento a los galardonados con las medallas de Asturias.

El presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, aprovechó la ocasión para despedirse de los Príncipes. «He compartido doce años de ilusiones con don Felipe». Areces asistirá hoy por última vez como presidente a una ceremonia de entrega de los premios.

El mundo político y sindical dio pasó a la labor humana de la Fundación Padre Vinjoy. Al salón de consejos entraron los miembros del patronato con su director, Adolfo Rivas; profesores y alumnos de la entidad, que atiende a más de 1.000 personas en Asturias, y el vicario general, Juan Antonio Menéndez, que representó al Arzobispo, de viaje en Roma.

La estrella de la delegación fue Alejandra Cadierno, de 18 meses, con problemas auditivos. «Hola, Princesa», le dijo Letizia. La tomó en brazos y le hizo carantoñas. El Príncipe también le prodigó una caricia a la pequeña. Cuando crezca, su madre, Lorena López, le contará que se lo dijo una princesa de verdad. Alba Ovies, de 15 años, alumna del programa «Trampolín», recibió una clara recomendación de doña Letizia: «Tienes que estudiar». «Le respondí que sí », explicó la joven. Todo el contenido de la audiencia fue traducido al lenguaje de signos por Lucía Lorite.

Al entrenador del equipo de fútbol femenino Oviedo Moderno, Rafael Bernal, la Princesa le preguntó por qué el preparador era un hombre. La «culpa» fue de la presidenta del club, Beatriz López Mesa, quien reclamó la igualdad de la mujer en el deporte. Invitó a los Príncipes a un partido. «Si con eso lográis patrocinadores, por qué no», respondieron.

Del presidente de Hunosa, Juan Ramón García Secades, recibieron otra petición para que el centro de la Fundación Laboral de Minusválidos Santa Bárbara, en Olloniego, lleve el nombre de algún miembro de la familia. Lo considerarán.

Javier Álvarez, presidente de Unión Hotelera, invitó a la pareja a visitar Asturias más a menudo. «Son nuestros mejores embajadores». La Princesa aseguró que le encanta venir, pero «que le resulta imposible hasta caminar por el cariño que le demuestra la gente», indicó Javier Álvarez.

Pablo Justel, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios, solicitó el respaldo de la Corona en momentos difíciles. Mari Luz Suárez capitaneó la embajada de la Asociación Asturiana de Empresa Familiar. Manuel Corces, alcalde pedáneo de San Esteban de Cuñaba, habló en nombre de los ediles de los veinte pueblos ejemplares, cuyos alcaldes recibieron con interés la propuesta de la Princesa de crear una red turística.

Oviedo, M. S. M.

La Princesa de Asturias eligió distintas gamas de azules para su primera jornada en Oviedo. Sencilla pero elegante, doña Letizia llegó en torno a las once de la mañana, acompañada de don Felipe, al hotel de la Reconquista, donde la esperaban las autoridades regionales y el presidente y la directora de la Fundación Príncipe de Asturias.

Envuelta en un abrigo azul noche ribeteado en negro y gafas de sol, que se quitó nada más bajar del coche, la Princesa saludó al grupo, comenzando por el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces. Con un apretón de manos y unas palabras fue desplazándose de uno a otro hasta llegar a Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación, a la que saludó de igual forma que a los anteriores, estrechándole la mano. La anécdota la propició don Felipe, que, al llegar a la directora de la Fundación, la saludó con dos besos. Ante el afectuoso gesto del Príncipe, doña Letizia sonrió, comentó algo e inmediatamente volvió a saludar a Sanjurjo, esta vez con dos besos y abrazo incluido. A la Princesa nadie la coge en un renuncio, ni siquiera el Príncipe, si él está dispuesto a mostrar su mejores maneras, ella no va a ser menos.

Tras saludar a Antonio Trevín, Gabino de Lorenzo, Matías Rodríguez Inciarte y Enrique Iglesias, se volvieron para agradecer los aplausos del público presente en las inmediaciones del hotel.

Algunos minutos después comenzaron la audiencias, en las que lució rebeca y camisa azules y falda estampada en azul, rojo y blanco, con altos zapatos de ante azul oscuro.

Esa misma tonalidad, protagonista de las fiestas más glamurosas de la temporada, fue la elegida para el entallado vestido que lució en el concierto celebrado por la tarde en el Auditorio de Oviedo. El azul noche, de plena actualidad, también denominado azul cobalto, comenzó a tomar protagonismo el año pasado para ocupar un lugar destacado en la tendencia de los vestidos de fiesta este otoño-invierno. Con su elección doña Letizia, que lució un modelo con la parte alta y las mangas de gasa, puso una nota de misterio y elegancia.