Un mes después de haber puesto la moda del revés en Nueva York, el mallorquín Miguel Adrover da algunas claves de sus nuevas creaciones, realizadas a partir de ropa antigua que tenía en casa. El modisto, afincado en Palma, prevé producir para clientas privadas algunos de sus insólitos ´looks´ con prendas que ellas mismas tienen arrinconadas en el armario

-Ya ha pasado un mes desde la presentación de Out of My Mind, ¿qué lectura hace de su regreso a Nueva York?

He conseguido lo que quería. Buscábamos podernos comunicar a través de la ropa con una filosofía distinta a lo que la industria está promocionando. Tenemos una perspectiva muy diferente a lo establecido.

-Su trabajo siempre ha reflejado ese ir contracorriente. ¿Cada cuánto tiempo necesita cambiar lo que está haciendo?

Siempre he intentado tener una posición realista de lo que está pasando en el mundo. Pero en esta presentación creo que ha pesado más la creatividad. Simplemente era un volver a empezar, un renacer, un ver la ropa desde otra perspectiva. Para mí no había otra inspiración posible para volver a Nueva York. El volver y hacer otra vez lo mismo, una colección impecable con su sastrería, los vestidos de noche, todo lo que hacía antes, no era posible. Todo esto lo he demostrado un montón de veces.

-¿Están sobrevalorados la técnica, el corte y el patronaje en el mundo de la moda?

Mucha gente ha alabado mi trabajo por estas cuestiones. Pero creo que ahora mismo esto ya no es relevante. Ahora se tiene que decir algo más, hay que abrir puertas y encontrar una nueva perspectiva para las cosas. Y también a lo que es el consumismo, y el poder mantener el sistema y el medio ambiente de este planeta. Ni Yves Saint Laurent, ni Chanel ni Dior ni ninguno de éstos hoy en día no tienen nada que decir. Ni el Louis Vuitton de aquí abajo. No están reflejando lo que está pasando en la sociedad. Por ejemplo, Coco Chanel sí que cambió algo en la sociedad. Y YSL también cambió algo en su momento. Hoy en día esas mismas marcas van en contra de su propia filosofía, que era liberar a la mujer. Ahora la están manipulando y la están poniendo como prostituta o entaconada como un objeto.

-¿Está preparada la gente para comprender una colección, la suya, en la que no hay patrones?

Esto es lo interesante. Para mí es aburrido ver la americana y ver que la solapa es más grande, que el pantalón es más ancho o más estrecho. La gente no estaba preparada para muchas cosas y las circunstancias nos han llevado a ese punto. Las cosas siempre han empezado en sitios pequeños y luego se expanden en movimientos sociales. Yo quería demostrar con la colección que te lo puedes hacer tú mismo.

-¿Cuán cerca está usted de los artistas conceptuales?

La palabra artista siempre me ha molestado muchísimo. Pero al mismo tiempo creo que un artista es la persona que tiene capacidad de transmitir lo que está pasando. Y eso considero que yo lo intento. A veces me tengo que excluir a mí mismo para intentar representar la realidad. Por ejemplo, en esta colección nueva me imaginaba un avión cuyo equipaje caía sobre una tribu del Amazonas, los Yanomami. Ellos van desnudos, no conocen la ropa ni las normas sociales, y se van poniendo las prendas como les apetece, es el volver a renacer. En esta colección todo sale de mi habitación: sábanas, alfombras, toallas, ropa de mi abuela, pañuelos... A toda esta ropa le he querido dar una forma diferente de ponérsela en el cuerpo.

-¿Asistimos a un cambio de paradigma en el mundo?

Yo creo que hay mucha gente que se resiste a que haya un cambio, pero realmente está pasando el cambio. El climático y muchas cosas de las que la gente no se va a dar cuenta hasta que no las tengamos encima. Hay una visión global ahí, pero hay gente que quiere mantener las fronteras y las banderas bien altas en la estaca. Creo que se tendría que crear una única bandera para que esto pueda ser más sostenible. Pero todo el mundo busca su beneficio. Debería haber límites por decreto a la riqueza que las personas pueden amasar.

-¿Se respeta a los artistas o diseñadores como usted?

Es muy triste que nosotros lleguemos de Nueva York después de la lucha que hemos tenido para llegar a alzar nuestra voz, y que la prensa internacional nos haya dedicado más de mil artículos. Y que hayamos hecho este trabajo cinco personas de aquí de Mallorca, cuatro personas de la Escola Superior de Disseny de les Illes Balears [Constanza Ceccheto, Mira Basam Azhami, Marta Morey y Elisa Carriches] y mi mano derecha Georgina Ordinas, y que ni siquiera nadie nos venga a dar la enhorabuena cuando llegamos al aeropuerto, y cuando viene el de las pelotas o el de las ruedas, va todo el mundo con la banda de música, le esperan en su pueblo, le esperan en todos los sitios. Nosotros hemos luchado mucho y el nombre de Mallorca sale mucho a través de nuestro trabajo.

-¿La moda puede cambiar a la sociedad o es al revés?

No entiendo una revolución si no hay una revolución a través de la ropa. Creo que en los países árabes no ha habido una revolución a través de la ropa. La ropa es lo que rige los estatus sociales.

-Durante el desfile las modelos lanzaban pesos cubanos. Me sorprendió que no fueran dólares. ¿De verdad que el comunismo es la solución, o tampoco?

Eran pesos cubanos, pero no tenía nada que ver con Cuba. No eran dólares porque los pesos son mucho más baratos. Pero el efecto que creó me interesa mucho. En un artículo un periodista escribió que parecía que yo podía ver lo que iba a pasar en el futuro. Es decir, que cayera la moneda y que todo el mercado se fuera abajo, y que el dinero desapareciera. Ellas parecían las mujeres de los banqueros de Wall Street, en Park Avenue, que se habían dado cuenta de lo que había pasado y se habían vuelto locas y se habían puesto la ropa de sus maridos, las chaquetas como faldas por ejemplo, e iban por la calle tirando el dinero como si fuera confeti. Esta imagen me gustó mucho. Pero no tenía nada que ver con Cuba, ni que yo apoye el comunismo. Lo que apoyo es la humanidad y la madre Naturaleza.

-¿Hasta qué punto es importante la belleza en tus creaciones?

Para mí la belleza se encuentra en lo indómito, en lo inesperado, en la lucha, en lo experimental, en la pérdida del control, en el no doblegarte, en la soledad, en el compartir. Incluso a veces en la violencia.

-La filosofía que hay detrás de su proyecto ("do it yourself") es muy agresiva con la industria. ¿Temía por su vida como creador?

Sí, me podían matar. Este show que hemos hecho ha afectado al mundo de la moda, ha sido una revolución. No sabía si el The New York Times nos iba a apoyar o Suzy Menkes. Nos arriesgábamos mucho. Hubo gente que podía pensar: éste no quiere producir, está diciendo que puedes hacértelo tú solo. Y encima dice que no le importa que le copien, y es verdad, lo de los copyrights es para losers [perdedores]. Todo el mundo se inspira en lo que ve.

-¿Aceptaría el trabajo de Nicola Formichetti (director creativo de Thierry Mugler), el estilista de cabecera de Lady Gaga?

Ya hemos trabajado con Lady Gaga. Nos ha pedido mucha ropa para un vídeo, pedía una colaboración, pero al final tuvimos un malentendido. Pienso que cantantes como Lady Gaga son como la patatilla. Pero bueno, yo aceptaría cualquier trabajo. Porque aparte de todo, yo también trabajo. Hay mucha gente que se cree que yo no aceptaría cosas. Yo debo sacar recursos para tirar adelante.

-En el caso del anuncio de Loewe, ¿generar rechazo puede considerarse en algún caso victoria?

Es que Loewe es como el Louis Vuitton frustrado de España. Su estrategia es dejar de ser una compañía de doña, como Carolina Herrera, para pasar a ser modernas avantgarde, y esto no se consigue así como así. Una compañía que no tiene nada que decir a la sociedad y que no está reflejando nada de lo que sucede en la sociedad, no creo que pueda representar a la juventud. Si tienes que perder tu tiempo intentando quedar bien, mal vamos. Ni siquiera Almodóvar, que es amigo mío, es moderno. Nunca me ha llamado para ver si un día hacemos una colaboración. Luego se van todas a Chanel, pero van de auténticos. En el fondo, sólo se sienten seguros cuando se apoyan de un bolso de Louis Vuitton. Porque mis bolsos están hechos de cartón, así de claro. Si alguno de ellos se juntaran con gente que dice la verdad, cogerían un poder verdadero, pero si se juntan con los que ya están ahí arriba, están simplemente jugándoles el juego. No hay que estar tan pendiente de lo bello, hay que resaltar lo feo para poder cambiar el mundo.