Oviedo / Gijón / Avilés,

P. Á. / L. P. / J. V.

A las nueve y media de la mañana de ayer, los aparcamientos públicos del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) estaban completos, como siempre. Había que recurrir a alguno de los parkings privados de la zona. «Se nota algo menos de movimiento que en un día normal», explicaba uno de los operarios del negocio, quien ya se había topado con clientes que, debido a la huelga de médicos, habían retornado para recoger sus coches tras recibir la indicación de volver a la consulta de su facultativo al filo de las doce del mediodía.

Dentro del HUCA, el área de radioterapia no sufría alteraciones reseñables. «De momento, todo va bien», explicaba uno de los pacientes que aguardaba a ser llamado para su sesión. Por los pasillos del complejo hospitalario proliferaban los médicos indignados con la nueva regulación de la jornada laboral, que aumenta sus horas de trabajo y les resta ingresos en concepto de guardias y jornadas de tarde («peonadas»). «Debe quedar claro que no nos oponemos a trabajar dos horas y media más a la semana, pero es una locura aplicar este aumento como se ha hecho aquí», coincidían en señalar tres especialistas del Hospital Central, quienes reclaman al Principado una adaptación de la nueva norma «a las características de cada servicio, que son muy distintas». «Yo estuve muchos años en el Hospital de Cabueñes y veo que aquí las huelgas son mucho más "light"», añadía una de las profesionales.

En ese mismo momento, Cabueñes vivía la primera jornada de paro médico con tranquilidad y con unos pacientes muy concienciados. El centro gijonés registró un seguimiento del 80 por ciento, con 180 profesionales cumpliendo con los servicios mínimos y «absoluta normalidad» a lo largo de toda la jornada, según indicó Francisco Cantero, delegado del Sindicato Médico (SIMPA). Sólo se atendieron las urgencias y las operaciones inaplazables, como las correspondientes a fracturas y casos de cáncer programados. En el caso de las consultas, se reasignaron las citaciones menos urgentes, y muchos pacientes incluso optaron por no acudir. No fue el caso de Isabel García, quien confiaba en que la atendieran «para no perder el viaje y tener que venir otro día». Uno de los que más nervios pasaron fue José Antonio Gabarre, con su esposa de parto en plena protesta y «un poco de preocupación por ver qué pasaba, a ver si no nos iban a atender como un día normal». Finalmente, «en urgencias nos dijeron que ellos trabajaban igual y todo fue correcto». Casi un centenar de médicos de Cabueñes protagonizaron una concentración a las puertas del centro para dejar claro que «acatamos la nueva jornada laboral, pero no como el Gobierno dice, sino de forma racional».

Entre tanto, en Mieres el seguimiento de la huelga fue «total», en expresión de Belén Costa, integrante del comité de huelga del Hospital Álvarez-Buylla, quien aclaró que «sólo se han atendido los casos urgentes y preferentes». Costa aseguró que «no ha habido casi quejas por parte de los pacientes, han entendido nuestra protesta».

Entre los usuarios afectados figura el caso de un niño de dos meses y medio que no fue atendido en el centro de salud: «Nos dijeron que esperásemos, pero el niño estaba casi desmayado, y tuvimos que traerlo a urgencias del hospital», explicaba Telvi Miguélez a la puerta del Álvarez-Buylla. También refería esta vecina de Turón el caso de otra joven, Paula Álvarez, de 17 años, quien «después de tenerlo todo preparado para operarse de anginas le cancelaron la operación». «Los médicos están en su derecho, pero nos afecta mucho», indicaba la mujer.

Caso distinto es el que citaba Ángeles San Martín, de Mieres, quien había acudido al centro hospitalario porque operaban a una hermana suya de cáncer «y fue la única operación que habían hecho, según me comentaron». Esta vecina explicaba que el hijo de una amiga tuvo menos suerte: «Iban a operarle del tabique nasal a las siete de la mañana y al final nada; preguntaron a las enfermeras, pero le contestaron que no era asunto suyo». Ángeles San Martín defiende el derecho de huelga, pero sostiene que «tenían que haberlo hecho de otra manera, anulando con tiempo las operaciones o las citas, porque al final los pacientes han venido igual al hospital».