Una investigación internacional sobre el cáncer de colon en la que ha tenido un papel decisivo el Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (IMOMA) y uno de cuyos principales autores es el bioquímico asturiano Juan Cadiñanos será publicada en las próximas horas por la revista científica norteamericana «Cancer Cell» y abre nuevas opciones terapéuticas para este tipo de tumor, al identificar combinaciones de fármacos antitumorales que se muestran eficaces para luchar contra las proteínas implicadas.

Centros investigadores de Alemania y el Reino Unido han complementado al IMOMA y al Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias (IUOPA) en un proyecto que Cadiñanos inició hace siete años en Inglaterra. Junto a Cadiñanos colaboraron en el trabajo los bioquímicos asturianos Mario Fernández Fraga (IUOPA-CSIC) e Ignacio Varela desde el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBC).

Más de un millón de personas desarrollan cáncer colorrectal cada año en el mundo. El trabajo nos presenta a uno de los enemigos a batir. Es un oncogén. El gen BRAF, que por cierto está también frecuentemente activado en los cánceres de piel. Uno de cada dos melanomas malignos tienen mutaciones de este gen. A pesar de que los tratamientos dirigidos contra BRAF son capaces de reducir considerablemente el volumen de los tumores de piel que tienen alterado este gen (aunque sólo a corto plazo), estos mismos tratamientos no han sido efectivos hasta la fecha contra los cánceres colorrectales con mutaciones en el BRAF.

El estudio publicado ahora en «Cancer Cell» «nos revela cómo cooperan los genes para causar un tipo de cáncer de colon. Hemos conseguido identificar los genes principales que se alteran, el orden en el que suceden estas alteraciones durante la progresión tumoral y los procesos moleculares mediante los cuales algunos tumores relativamente benignos se transforman en cánceres agresivos. Esos genes constituyen dianas para el desarrollo de nuevos tratamientos», explica el bioquímico asturiano.

Se abren posibilidades de trabajar en nuevos tratamientos, pero Juan Cadiñanos es cauto porque queda mucho camino por recorrer, empezando por los ensayos clínicos en humanos, si llegara el caso. Pero los ratones son buenos aliados porque, tal y como indica Mario Fernández Fraga, «estos animales con cáncer colorrectal debido a mutaciones del gen BRAF mostraron respuestas terapéuticas muy similares a las de las células humanas obtenidas de pacientes con este tipo de tumor, y también con mutaciones en el mismo oncogén».

Cuando en el laboratorio a los ratones se les cambió su gen BRAF normal por una versión que contenía una mutación idéntica a la que ocurre en los tumores humanos, los animales desarrollaron inicialmente pólipos que progresaron desde tumores benignos hasta cánceres malignos. La enfermedad ataca desde varios frentes. Algunas alteraciones -comprobaron los científicos- activan oncogenes como BRAF, convirtiendo a las células en potencialmente cancerosas, pero otras inactivan genes protectores como p53, anulando su capacidad para suprimir la progresión de los tumores.

«Entender la constitución genética de los diferentes subtipos de cáncer colorrectal permitirá guiar las decisiones terapéuticas de manera personalizada», comenta el doctor Allan Bradley, director del laboratorio del Wellcome Trust Sanger Institute (WTSI), de Cambridge, uno de los centros que participaron en el proyecto investigador donde se desarrolló buena parte del trabajo.

Los resultados obtenidos «son prometedores de cara al desarrollo de ensayos clínicos que permitan identificar tratamientos alternativos en segunda o tercera línea, para aquellos tumores que resisten a la primera ronda terapéutica», señala Dieter Saur, del Instituto Técnico Universitario de Munich y del Centro de Investigación del Cáncer de Alemania, otra de las entidades del estudio.

La investigación, que ha llevado «mucho esfuerzo, mucho tiempo y mucho dinero», dice Cadiñanos, cuenta desde el Principado con la financiación de la Fundación Cristina Masaveu, la Obra Social Cajastur y la Fundación Centro Médico de Asturias.

Este trabajo ilustra el poder de combinar la información genómica con los ensayos de múltiples fármacos a gran escala para ofrecer nuevas opciones terapéuticas dirigidas específicamente para pacientes con distintos subtipos de cáncer. Los investigadores asturianos tienen claro que «estos proyectos permitirán el descubrimiento de otras alteraciones genéticas que cooperen con las mutaciones en el oncogén BRAF en el desarrollo y la progresión tumoral. Dichas alteraciones podrán ser utilizadas en el futuro como nuevos talones de Aquiles, o dianas terapéuticas, para el tratamiento del cáncer».