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Antonio Bravo: "La poesía debe tener ritmo y ser clara"

El profesor de Literatura del Inglés Antiguo presenta hoy el poemario "Gaudeamus"

Antonio Bravo. LUISMA MURIAS

Antonio Bravo (Santa Cruz de la Sierra, Cáceres, 1944) es asturiano desde los 4 años e impartió clases durante casi cuarenta en la Universidad de Oviedo, como profesor de Historia de la Lengua Inglesa y Literatura del Inglés Antiguo y Medio. Autor de numerosas traducciones o ensayos sobre su especialidad -Luis Alberto de Cuenca dice que uno de sus libros de cabecera es "Beowulf", en traducción del profesor Bravo-, toda su vida escribió poesía, pero no publicó su primer libro hasta 2012, una vez jubilado. "No lo hice por vergüenza, los iba guardando y a partir de los noventa fui poniéndolos al día y corrigiéndolos. Son poemas escritos a lo largo de una vida", explica.

A "Mitología de los cristales negros", el primero, que reúne poemas sobre la mina, donde trabajó su padre; "De Amicitia", sobre la amistad, el sentimiento que más valora, y "Et in Arcadia ego", una recreación del mundo de su infancia en su pueblo extremeño, les sucede ahora "Gaudeamus" (Enkuadres), un conjunto de poemas sobre su experiencia en el mundo académico, aunque la Universidad de Oviedo no es la única protagonista. El libro, prologado por José Luis García Martín, poeta, crítico y profesor de la Universidad, se presenta hoy, en la sala de juntas del departamento de Filología Inglesa, Francesa y Alemana de la Universidad, a las 13.30 horas.

Celaya, Ángel González, Gil de Biedma y Blas de Otero son algunos de sus poetas de referencia, porque es la poesía de la experiencia, sobre todo en su aspecto social, la que más interesa a Antonio Bravo. Sin olvidar a Borges, otro de sus referentes. "La poesía debe tener ritmo y una pequeña obsesión por la claridad. Muchas veces, la poesía moderna no gusta porque no es clara", señala.

"Gaudeamus" retrata en clave de ironía, a veces ácida, una Universidad, unos profesores y una ciudad que, en su opinión, podrían ser mucho mejores. "Retrato de un maestro en blanco y negro, / aquel que nunca enhebra las verdades, / y lengua de áspid con veneno verde", escribe sobre sus colegas. O "Vivía de los tópicos y mitos, / de una historia tejida con inventados cuentos / la noble y muy heroica / y muy leal ciudad de cielos prerrománicos", dice en "Aquella Vetusta de Clarín".

También hay en "Gaudeamus" homenajes sinceros, como a su maestra Patricia Shaw, que fue catedrática de Lengua Inglesa de la Universidad. O a Ángel González. El libro se cierra con un poema de amor y otro sobre la nieve. El esquí es otra de las pasiones de Antonio Bravo.

"Me fui de la Universidad con desilusión, con la sensación de que mi paso por ella podría haber sido mejor", explica. Si él pudiera cambiar algo de la institución académica, lo haría fomentando un mayor trato entre el profesor y el alumno. "El 'plan Bolonia' va en este sentido, pero cuando yo me jubilé no existía".

Profesor visitante en las universidades de Oxford, Cambridge, Stanford, Yale y Harvard, a quienes dedica poemas en "Gaudeamus", Antonio Bravo no oculta que cuando regresaba y se enfrentaba a la realidad universitaria española no era fácil. "Éstas son universidades de primer nivel, muy ricas, yo daba clases a grupos de sesenta o setenta alumnos y allí mis colegas tenían seis alumnos y una dedicación casi en exclusiva a los estudiantes", subraya.

"Cuando yo regresaba / al yunque de mi campus / perdido entre la bruma / comprendía que solo / se agitaba aquí el aire", escribe en "Volver o no volver".

"Me gusta también escribir prosa poética, creo que es una influencia que me viene de la literatura del inglés antiguo, tanto en la técnica como en los temas", indica.

Desde que se jubiló, Antonio Bravo vive entre Oviedo, San Isidro y Benidorm. En esta última ciudad alicantina preside el Liceo Poético, como recuerda Julio Pavanetti en la introducción del poemario.

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