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La Vida Buena

Parres, en busca de viñedos

Los propietarios del palacio de Nevares impulsan una plantación de las variedades albarín y gewürztraminer favorecida por los vientos del cambio climático

Antón Puente, junto a las parcelas destinadas a los viñedos en Nevares. CRISTINA CORTE

Parres va camino de convertirse en terroir para el vino blanco, algo de lo que hasta ahora, en Asturias, sólo puede presumir Cangas del Narcea. Los propietarios del palacio de Nevares planean plantar entre febrero y marzo de 2016 un total de 4,5 hectáreas de viñedos aunque el resultado final tardaría una media de tres años en beberse.

En concreto, se trata de dos variedades de uva blanca: la autóctona albarín y la gewürztraminer, que ocuparían 2,5 y 2 hectáreas de cultivo respectivamente. La primera daría lugar a vinos de aromas de frutas blancas como pera, manzana o piña, según explica el enólogo encargado del estudio de viabilidad, el ingeniero agrónomo madrileño, José Hidalgo. La segunda variedad aporta un regusto a flores, concretamente a rosas. Las dos comparten, además del hecho de ser muy aromáticas, un ciclo de maduración corto dadas las escasas horas de sol del Principado.

Tanto Hidalgo como su compañera Ana Martín, calculan que los primeros vinos podrán empezar a experimentarse en 2018. Aún está por decidir si serán una mezcla de ambas uvas o se etiquetarán por separado. "El primer año no dará uva, el segundo habrá unos algunos racimos no significativos y el tercero ya calculamos recoger 30.000 kilos de uva, que suponen aproximadamente 30.000 botellas", cuenta. La recogida sería en septiembre u octubre de 2018, fecha para la cual esperan esté lista una bodega que los propietarios planean ubicar en unas naves anexas al palacio del siglo XVI, aún por reformar. "Si todo sale bien, estarán etiquetadas y listas para el consumo en la Navidad de ese año", asegura Hidalgo, que estima una graduación alcohólica baja, de unos 11 o 12 grados para el vino resultante, que tendrá "mucha personalidad y resultará muy fácil de beber".

La idea de elaborar vino propio se le ocurrió al propietario mejicano Tomás Álvarez Aja en un viaje a Nueva Zelanda, donde comprobó que había un clima tan lluvioso como en Asturias y aún así gozaban de grandes cosechas.

Antes de lanzarse a la aventura de plantar viñedos en un territorio en principio poco proclive para la uva, los propietarios del palacio de Nevares sufragaron hace más de un año un conciencioso estudio de viabilidad, analizando las características fisicoquímicas y edafológicas del suelo que arrojó resultados esperanzadores, pues cada hectárea abarcaría del orden de 3.500 viñedos.

El primer paso fue "comprobar si el suelo era capaz" contó Hidalgo. Se trata de unos terrenos arcillosos y profundos en los que no encontró trabas para ninguna de las dos variedades. El segundo escollo a salvar era el clima, muy alejado del óptimo para estas plantaciones.

Entonces pidieron a Aemet una serie histórica de los datos recogidos en los últimos 20 años en el concejo y gracias a la cual elaboraron un estudio de temperatura, humedad y pluviometría que hizo desaconsejable cultivar uvas pintas pero que reveló muchas similitudes con las rías Baixas, donde sí hay antecedentes de uvas blancas. "El cambio climático está favoreciendo que se cultive viña en zonas donde antes no se podía. Lugares como La Mancha o Andalucía salen perjudicados con este cambio pero otras como Asturias o el sur de Inglaterra, donde antes era impensable, empiezan a ponerlas", explicó el enólogo.

El siguiente paso fue elegir las parcelas adecuadas dentro de las casi 40 hectáreas que rodean al palacio de Nevares. Se optó por delimitar laderas orientadas hacia el sur, que acaban de ser tratadas, una vez se recibió hace un par de meses la autorización del Ministerio de Agricultura para sacar adelante el proyecto "que supondrá un gran aliciente para crear riqueza en la zona rural", sentenciaron los impulsores. Así se movieron las tierras, se abonaron con materia orgánica y se corrigió la ligera acidez con cal, de manera que todo esté listo de cara a febrero, época en que se procederá a la plantación de la primera cosecha.

A esta plantación hay que sumar dos hectáreas de pomares, que ascenderán a seis en próximas fechas y que tienen como objetivo último la elaboración de sidra casera con las manzanas recogidas. Los dueños del palacio de Nevares planean la posibilidad de sacar adelante visitas guiadas por los viñedos y las bodegas, no sólo para los usuarios del hotel que tienen previsto instalar en la histórica construcción, sino también para los que estén interesados de fuera. En los alrededores del palacio de Nevares, que se convertirá en un hotel de lujo orientado a conferencias y banquetes, está previsto habilitar un centro de transformación de alimentos para elaborar productos como mermeladas y orujos caseros. También se proyecta construir de un aula interpretativa del palacio su entorno y, a largo plazo, una pista de aterrizaje.

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