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Valle, creador de un nuevo paisaje

Gretel Piquer Viniegra analiza en su tesis doctoral la etapa formativa del pintor gijonés en París para descubrir a un artista que introdujo la modernidad pictórica en Asturias

Valle, creador de un nuevo paisaje

Si hay alguien a quien se pueda considerar el gran introductor de la modernidad pictórica en Asturias, ése es Evaristo Valle (Gijón, 1873-1951). Así al menos lo ve Gretel Piquer Viniegra, autora de una tesis sobre el pintor, defendida ayer en la Universidad de Oviedo, en la que lo retrata como un artista "cosmopolita, tanto por su formación como por la calidad de su obra".

Gretel Piquer, licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo, colaboradora habitual del Museo Evaristo Valle de Gijón y comisaria de exposiciones como "El Greco en la obra de Valle", celebrada en dicho museo con motivo del IV Centenario de la muerte del "griego de Toledo", enfocó su trabajo planteando una revisión de la trayectoria vital y artística de Valle. Se apoyó para ello en dos objetivos imprescindibles: la elaboración de un catálogo razonado de su obra, lo que supuso la realización de un total de 1.286 fichas, es decir, el catálogo de toda la producción del pintor conocida hasta el momento, formada por dibujos y pinturas sobre óleo. Lo reunido supone una muestra bastante representativa con respecto a lo que se conocía hasta ahora, aunque su autora asegura que "no se puede dar por cerrado, porque siempre pueden aparecer obras nuevas".

La otra vertiente en la que indaga la investigadora es la relativa a la actualización de la biografía de Evaristo Valle. Pone para ello especial atención en la etapa formativa que tuvo lugar en París, entre 1898 y 1911. En aquella ciudad, Valle se integró en una corriente renovadora de artistas españoles, interesándose por una tendencia de pintura moderna, alejada de los cánones de la Escuela de San Fernando, que triunfaban en España. Allí va a conocer las vanguardias de primera mano y a descubrir la pintura que se hacía en el norte de Europa, París, Bruselas... y a su regreso a Gijón, va a reelaborar esas enseñanzas de una manera personal, lo que supondrá "el corte definitivo con la tradición realista, naturalista en Asturias y la aparición de una pintura mucho más moderna, que tiene en cuenta el espíritu, la reelaboración que el artista realiza interiormente de lo que él ve en la naturaleza, en el paisaje, en la realidad".

Junto a la indagación de lo que supuso la formación de Valle en París, también se ha completado el conocimiento de lo que fueron esas colonias de artistas donde vivió, una especie de falansterios o alojamientos colectivos en los que podían refugiarse por alquileres modestos. Piquer reconstruye aquellos escenarios, su arquitectura, quiénes vivían allí y todo ese ambiente que Valle vive en aquel París donde tuvo de vecino a Amedeo Modigliani.

En ese entorno entró en contacto con ambientes posimpresionistas y simbolistas y se interesó por la pintura de Gauguin y Van Gogh, cuya influencia va a ser constante en su trabajo, sobre todo en el caso de Gauguin. Conoció a Ignacio Zuloaga y a Daniel Urrabieta y se relacionó con las primeras figuras de la ilustración de las revistas de la época.

El paso por París fue definitivo en la forma de hacer del gijonés, cuya pintura, con el tiempo, se va a caracterizar por un "realismo idealizado y expresivo", según describe la investigadora. Valle llegó a la capital francesa "sabiendo dibujar de una manera muy decimonónica, y allí asimila esa manera de pintar que va a desarrollar después durante toda la vida con esa línea tan característica, con ese simple trazo con el que crea toda una figura, una caricatura".

Aunque muchas veces se le ha encuadrado como un pintor local y retraído, marcado por su agorafobia, la tesis revisa toda la biografía, sus relaciones, dotando su obra de un contexto en el que aparecen las personas que conoce, lo que contribuye a mostrarlo como una "figura cosmopolita, tanto por su formación como por la calidad de su obra. Es realmente quien introdujo la modernidad pictórica en Asturias", señala Piquer, que indaga en sus círculos sociales para desvelar que Valle mantenía relación con un grupo de intelectuales entre los que se encontraban figuras como Ortega y Gasset, y poetas de la Generación del 27, como Gerardo Diego.

"Siempre conservó unas relaciones muy estrechas con este grupo de intelectuales tanto de España como de Europa", sostiene. Además, asegura que Valle, a pesar de vivir en Gijón, sale al extranjero con diversas exposiciones y tiene contactos asiduos con los ambientes literarios y artísticos de su tiempo. Tuvo amistad con Gutiérrez Solana, cuya pintura defendió en alguna ocasión, con Aurelio Arteta y muchos otros contemporáneos, además de convertirse en una especie de patriarca para los más jóvenes que recurren a él para saber de lo aprendido en París.

Viaja a Nueva York y a Londres y siempre estuvo muy al tanto de las novedades que se van a producir en la pintura europea. En los años 20, su producción se integra dentro de la corriente más moderna europea, una clara herencia de esa formación francesa.

Si hay algo que todo asturiano tiene en mente a la hora de imaginar una obra de Valle, son sus populares "carnavaladas", símbolo por excelencia de su pintura. Así lo reconoce también Piquer, que busca con este trabajo dar a conocer que hay otro Valle, "uno muchísimo más amplio, que retrata la vida parisina de principios de siglo, un pintor que en la década de 1910, con esos ideales de Ortega y Gasset de regeneración de España, va a crear un nuevo tipo de paisaje de Asturias que refleja la región de un solo vistazo".

No deja por ello de reconocer la importancia de su viaje a Cuba en 1927, estancia que iba a dar lugar a escenas caribeñas de brillante colorido. "Esas estampas cubanas son un caso único en el momento, son del año 28 y hay que esperar diez años más para que Castelao, el pintor y dibujante gallego, vaya a Cuba y reproduzca esas mismas escenas", comenta la investigadora, que asegura que cuando las pinta le llama la atención lo mismo que se la llama a los artistas cubanos que en ese momento están intentando crear una identidad propia. Fueron escenas muy criticadas por la prensa cubana porque acusaban al asturiano de ofender al campesinado. "Valle responde que a él le maravilló lo que vio allí, el reflejo de la luz en la piel negra, la tranquilidad que reinaba en aquellos campos y la felicidad que sintió en aquella tierra".

Gretel Piquer no quiere pasar por alto otro detalle importante para conocer bien a un pintor que en ocasiones se ha estudiado sólo desde el punto de vista formal, y es la contextualización que se puede hacer de todos sus cuadros. Es el caso de las "carnavaladas", en las que asegura que pinta los elementos exactos que llevaban los auténticos personajes de cada lugar. "Lo que hace Valle es retratar escenas reales decantadas por su imaginación".

La tesis sobre Valle fue dirigida por el conservador de pintura española del siglo XIX del Museo del Prado, Javier Barón.

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