Como si estuviese iniciando su carrera, como si necesitase hacer méritos y epatar al respetable, el pianista Joaquín Achúcarro, que el mes que viene cumple 84 años, dio ayer una lección de profesionalidad, arte e ímpetu juvenil en el concierto que ofreció con la OSPA en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, bajo la dirección el maestro David Lockington. Y encima jugaba en casa porque es el artista que más veces tocó en la Sociedad Filarmónica de Oviedo, institución de la que recibió la medalla de oro hace tres años. Debutó aquí con 22 años, un piano inadecuado y una frase inolvidable ya que el maestro Ángel Muñiz Toca sentenció: "Este chico hace cantar a una madreña".

La velada se ofrecía bajo el epígrafe "Evocaciones" según una costumbre cada vez más frecuente y que en este caso fue muy pertinente. Y es que la noche arrancó con la "Obertura trágica" de Brahms en la que aparece sin cesar sus cuatro grandes sinfonías, desde los compases iniciales con ese primer minuto mágico que tanto define al genio alemán. Siguió con la rapsodia de Rachmaninov sobre un tema de Paganini, donde las evocaciones obvias de la pieza se sumaron al reencuentro con Achúcarro y su público de Oviedo y, ya en la segunda parte, la sexta sinfonía de Dvorak que apunta al menos a cinco de las nueve sinfonías de Beethoven.

Joaquín Achúcarro eligió una obra que ha interpretado más de 150 veces. La primera de ellas, como recordaba en vísperas del concierto, dirigido por un joven Zubin Mehta. La rapsodia siempre sorprende, tan popular en los repertorios cuando a fin de cuentas es mucho más difícil que bonita. Según avanza la ejecución la belleza crece y se explica su éxito en los programas. Achúcarro ofreció esa pieza endemoniada como si necesitase aún hacer méritos. El maestro Lockington no ahorró sonoridades. Al final, dos minutos de ovaciones. Y de nuevo el meritorio vasco insistió en las dificultades propias de alguien que está empezando: como propina, el nocturno de Scriabin para la mano izquierda, seguido de un vals y de otro nocturno de Chopin. En conjunto más de cinco minutos de ovaciones. Después firmó CD y DVD entre otros al ovetense Sergio G. Sánchez, guionista de "Palmeras en la nieve". La OSPA ofreció una versión sólida y bonita de la "Obertura trágica", de Brahms, según la sabia batuta del británico Lockington, principal director invitado de la agrupación asturiana y después, la sexta sinfonía de Dvorak tan agradecida y aparentemente fácil. Al término el respetable aplaudió durante dos minutos y 33 segundos.