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Celso Albelo, exitoso debut en Nueva York y próxima ópera en Oviedo

El tenor canario intervino en una brillante "Maria Stuarda", de Donizetti, a la que asistió un grupo de aficionados asturianos

El grupo de aficionados asturianos a la ópera que se desplazó a Nueva York, con el tenor, después de una comida en la ciudad norteamericana la pasada semana. De izquierda a derecha, José Antonio (Pipo) Menéndez, Belén Rodríguez, Celso Albelo, Justo Legaz, Teresa Hevia, Isabel Hevia, Carlos Abeledo, Pili Montoto, Tere Arce y Conchita Tuñón.

Dando pasos siempre bien pensados, sin saltos en el vacío, el tenor español Celso Albelo continua su ascendente carrera sin dejarse arrastrar por las modas imperantes en este mundillo operístico tan loco que hoy nos toca vivir. Su debut este mes de febrero en el Metropolitan Opera House de Nueva York, con la ópera Maria Stuarda de Gaetano Donizetti se ha saldado con un meritorio éxito, a pesar de que en esta ópera el tenor no es el protagonista, llevándose la parte del león en lo que a lucimiento vocal se refiere las dos reinas, Isabel de Inglaterra y María Stuarda de Escocia, cuyo enfrentamiento termina con trágicas consecuencias para la segunda, como la historia nos cuenta y la ópera de Donizetti recoge.

He tenido la fortuna de poder asistir junto a un grupo de compatriotas pertenecientes a la Asociación Lírica Asturiana Alfredo Kraus, a la función del pasado día 16, en la que acompañaron a Albelo en los principales papeles la soprano Sondra Radvanovsky como la Stuarda, ya conocida en Oviedo por su participación en la Norma del Campoamor de hace cuatro años, que estuvo espléndida a pesar de que quizás el papel era muy arriesgado para ella por las peculiaridades del mismo, no exactamente en la línea de sus conocidas cualidades, y la soprano sudafricana Elsa van den Heever, como Isabel, artista a la que no conocíamos y que nos produjo una inmejorable impresión, tanto en lo vocal como en lo escénico.

La función fue de gran altura por parte de las dos protagonistas, contribuyendo significativamente al éxito de la misma nuestro artista, a pesar de lo poco lucido que es el papel del tenor en esta ópera. Como pasa en muchas ocasiones la parte es difícil aunque no sea lucida, y Celso solventó con maestría, buen canto y adecuados sobreagudos todas sus intervenciones. No es de extrañar pues que la dirección del Met le haya ofrecido ya repetir la temporada que viene con una ópera a elegir dentro de su repertorio, como el propio tenor nos confesó en Nueva York.

El resto de artistas estuvieron a buen nivel y la labor del director, un excelente Riccardo Frizza, fue espléndida al frente de los conjuntos del Metropolitan. En esta ocasión hasta el regista, el famoso David McVicar, estuvo bastante acertado salvo en algún detalle de poca importancia, por lo que podemos decir que hemos asistido a una función operística verdaderamente notable, una de las mejores a las que el que esto escribe ha tenido la oportunidad de asistir en los últimos tiempos.

Volviendo a Celso Albelo es la del tinerfeño una carrera sin sobresaltos, plagada de éxitos en los principales teatros operísticos, y al que tendremos la fortuna de ver en Oviedo el próximo enero dentro de la temporada operística como el Duque de Mantua en el Rigoletto verdiano.

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