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Los arquitectos no ven salida

La entrega de los premios "Asturias" de arquitectura hace evidente el pesimismo de una profesión en una situación "dramática en grado extremo" por la crisis

Edificio de la ampliación del Museo de Bellas Artes.

La entrega de los premios "Asturias" de arquitectura fue ayer el mejor termómetro para medir la temperatura de un sector que sufre desde hace una década los rigores de la crisis económica. El acto dejó entrever los jirones de la situación, "dramática en grado extremo", que vive la profesión. Así definió el actual momento el arquitecto asturiano, afincado en La Coruña, Celestino García Braña, presidente de la Fundación Docomomo, centrada en el estudio y documentación del patrimonio moderno.

García Braña formó parte del amplio colectivo de arquitectos que asistieron a la entrega de los galardones. Fue una reunión animada y concurrida en la que la situación laboral fue protagonista de los comentarios surgidos de los pequeños grupos formados tras los saludos del reencuentro.

No faltaron a la cita los ganadores del premio "Asturias", a excepción de Patxi Mangado, que disculpó su presencia por motivos laborales, y Vicente Díaz Faixat. Sí estuvo su compañero de proyecto, Justo López García. Los tres merecieron el premio por la obra de ampliación del Museo de Bellas Artes de Asturias. Miguel Ángel García Pola recogió el premio por el comedor escolar del colegio Guillén Lafuerza (Oviedo) y Nieves Ruiz y Fernando Nanclares lo hicieron por el libro "Lo moderno de nuevo. Arquitectura en Asturias 1950-1965".

Tras los tres proyectos ganadores llegó el turno de los cuatro accésit. Arquitectos, promotores, constructores y propietarios pasaron por el estrado para recoger su reconocimiento. Fermín Bravo. Director General de Vivienda; Alfonso Toribio, decano del colegio, y Juan Manuel García Hevia, secretario, recibieron y felicitaron a los premiados. Toribio abrió una espita de quejas que seguiría después entre los asistentes al calor del vino español . Y aunque quiso alejar el "pesimismo" para darse "una alegría con el encuentro que nos une", admitió dificultades cada vez mayores para los arquitectos y concluyó pidiendo a la Administración "pliegos de concurso como los existentes en otras comunidades".

Lo que algunos profesionales consideran zancadillas de la normativa para llevar a cabo su labor, no es el mal mayor para otros que ven el abismo en la falta de movimiento del sector. El arquitecto Andrés Diego Llaca es uno de los que ve lejana la recuperación. "Aquí no veo movimientos . Oigo decir que en Madrid y Barcelona las cosas empiezan a mejorar, pero aquí no hay obra pública y las promociones privadas siguen teniendo mucho stock, lo único que parece repuntar son las viviendas unifamiliares". Diego Llaca, que apuesta por una arquitectura "sensata", asegura que la crisis tardó más en llegar a Asturias y que ahora es probable que también se tarde más en salir.

"Muy negativo" es el punto de vista de Justo López, que trabajó los últimos diez años con el equipo de Patxi Mangado en la ampliación del Museo de Bellas Artes. Está convencido de que la situación no se recuperará en mucho tiempo porque hay que sumar la crisis de ideas y de profesionales con más de 55 años que han quedado descolgados. "No hay contratos y los que hay son a la baja, en condiciones denigrantes. No se ve movimiento por ningún lado, todo lo que habíamos trabajado y aprendido, y el nivel muy alto de los estudios, se fue a paseo". Califica lo que está pasando de "reconversión salvaje" y no ve salidas. Con cierta rabia afirma que luego "ves las revistas y los semanales y parece que aquí somos todos ricos" cuando lo que hay debajo puede estallar en cualquier momento, asegura, sin ocultar la preocupación por una profesión "sin futuro para la gente joven. "Hay interés, pero mucho desánimo", afirma.

Arquitecta joven, Alejandra Alcázar trabaja en el estudio de su padre, pero antes tuvo que salir al extranjero. De regreso a casa ve las diferencias de estos años con lo que era el estudio hace algún tiempo. "Nada es igual, pero hay que seguir ideando cosas nuevas sin perder la ilusión, para eso somos jóvenes", afirma. Es consciente de que ahora hay que hacer las cosas de otra manera. "La arquitectura tiene que tener en cuenta el entorno, hay que pensar en las condiciones ambientales y urbanísticas" , trabajar con presupuestos "muy atados" y estar dispuestos a aceptar encargos que se salen de la vivienda habitual.

En ese universo entran las propuestas de Celestino García Braña, que tras calificar de "dramática" la situación tanto para los que llegan como para los que salen -"porque nos han escamoteado los últimos proyectos, especialmente importantes, porque este es un oficio de viejos en el que hace falta mucha experiencia, capacidad de análisis y medir fuerzas"- admite que "esto ha desaparecido". Con la sabiduría que dan los años de profesión, Braña ve el futuro con una recuperación que será lenta, no solo por la economía, también por la situación demográfica, que no demanda nuevas edificaciones. Así las cosas, ve la mejoría en las rehabilitaciones. No solo en los cascos históricos sino en la renovación de barrios de los años 50, 60, 70 que "se construyeron apresuradamente, a veces con el objetivo de la especulación", afirma.

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