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La historia de Jeannette

Caddy Adzuba, periodista y premio "Príncipe de Asturias" de la Concordia, sobrecoge y conmueve en Oviedo con el relato de la violencia contra la mujer en el Congo

Caddy Adzuba, el lunes, en el auditorio de Oviedo. LUISMA MURIAS

La historia de Jeannette (tal vez el nombre no esté bien escrito), nacida en la República Democrática del Congo, uno de los peores países para hacerlo siendo mujer, es tan brutal como despiadada. Muestra lo peor de la condición humana y habla del horror en el que viven millones de mujeres congoleñas, utilizadas como armas de guerra. Su compatriota, Caddy Adzuba, periodista, abogada, activista a favor de los derechos de las mujeres y de los niños y niñas de su país, Premio "Príncipe de Asturias" de la Concordia en 2014, la relató el pasado lunes en el auditorio de Oviedo. Sobrecogió y conmovió a las mujeres y los hombres que la escuchaban.

El Congo, tierra tan rica en recursos naturales como maltratada social y políticamente a lo largo de su historia, arrastra un conflicto armado que se ha cobrado en los últimos años 6 millones de vidas, y cientos de miles de mujeres víctimas de la violencia sexual (oficialmente, alrededor de 400.000). El próximo 19 de diciembre finaliza el mandato de su actual presidente, Joseph Kabila, quien se ha negado a convocar nuevas elecciones. La guerra es posible.

Jeannette, madre de ocho hijos, fue secuestrada junto a cuatro de ellos por un grupo de bárbaros que atacaron su aldea. Los llevaron a la selva. A ella, la ataron desnuda a un tronco y su cuerpo fue torturado de todas las formas posibles. Fue violada reiteradamente, en ocasiones introducían el arma de fuego en su vagina y, además, apagaban las cenizas de sus cigarros y puros en su piel, meando sobre sus heridas. Sin embargo, le daban de comer tres veces al día, siempre carne. Al cabo de una semana, la soltaron. Ella pidió ver a sus hijos. "¿No has pensado que utilizamos a tus propios hijos para alimentarte?", le dijeron. Y le entregaron una bolsa con cuatro cráneos pequeños.

Junto a ese árbol, sola, malherida, rodeada de moscas, sosteniendo la bolsa y deseando morir, la encontraron Caddy Adzuba y otros tres colaboradores. Jeannette falleció tres meses después en el hospital en el que había sido ingresada.

"El sufrimiento supera el entendimiento", afirmó Caddy Adzuba.

La Premio "Príncipe de Asturias" eligió hace 15 años hacerse periodista radiofónica para dar voz a las sin voz y, poco a poco, acompañada de otras muchas compatriotas, está devolviendo la dignidad y el protagonismo a la mujer en el Congo.

Es "el recorrido del combatiente", afirma. Adzuba, una mujer de sólo 35 años, suele contar la historia de Jeannette en algunos de los actos a los que acude. "El mensaje que quiero transmitir no es el de víctima, quiero representar a las mujeres víctimas, pero también a la esperanza de la Humanidad".

Caddy Adzuba, que al igual que muchos de los asistentes no pudo evitar emocionarse, agradeció al Gobierno de Asturias su apoyo a algunos proyectos que están mejorando las condiciones de vida de las mujeres del Congo. Y también habló de la importancia que ha tenido en su lucha recibir el "Príncipe de Asturias" de la Concordia, que le ha permitido crear una fundación que lleva el nombre de su madre y que trabaja por la autonomía de la mujer. "¡No sabéis a cuántas víctimas habéis salvado!", dijo.

Convencida de que será la mujer la que salve a África y que en su país todo cambiará "cuando se conjugué en femenino", la periodista Azduba está convencida de que "hablar ya es actuar".

Hasta siete veces acudió a la primera emisora de radio en la que trabajó a pedir unas prácticas, a las que el director siempre se negaba. La admitió finalmente pero como limpiadora, y mientras lavaba y ordenaba la redacción, aprendía. A su llegada, la violencia sexual contra la mujer no tenía ningún espacio en la emisora. Era el año 2001 y se asesinaba a veinte al día. Apoyada en la Asociación de las Mujeres de los Medios y en la firme convicción de su lucha, después de varias huelgas en las que se negaron a limpiar las redacciones, lograron "una victoria pacífica": 30 minutos diarios para denunciar la violencia contra la mujer y los niños, muchos de ellos secuestrados y convertidos en armas de matar. Era la primera de una serie de conquistas.

Han intentado asesinarla en varias ocasiones, han muerto colegas suyas en su lugar en atentados, pero como ella dice "seguimos vivas y avanzando".

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