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Asturias, una cantera de batutas de primera fila

Óliver Díaz, Nacho de Paz, Hugo Carrio, Pablo González, Aarón Zapico y Omar Navarro, nacidos entre 1972 y 1983, forman una extraordinaria hornada de directores de orquesta

Asturias, una cantera de batutas de primera fila

Asturias vivió entre los años setenta y comienzos de los ochenta del pasado siglo un "baby boom"? de directores de orquesta. La región disfruta de una extraordinaria hornada de músicos que, sin nexo aparente entre ellos ni posibilidades de recibir una enseñanza especializada en Asturias, destacan como grandes conductores de orquesta de prestigio nacional e internacional. Son los seis genios asturianos de la batuta.

Pasamos lista: Óliver Díaz (Oviedo, 1972), Nacho de Paz (Oviedo, 1974), Pablo González (Oviedo, 1975), Hugo Carrio (Gijón, 1978), Aarón Zapico (Langreo, 1978) y Omar Navarro (Oviedo, 1983).

Para toda esta generación de músicos, Óliver Díaz es una auténtica referencia. Único músico español que ha sido seleccionado con la beca Bruno Walter de dirección de orquesta de The Juilliard School, el exclusivo conservatorio neoyorquino, Díaz es desde noviembre de 2015 el director musical del Teatro de la Zarzuela, en Madrid.

Óliver Díaz recuerda a LA NUEVA ESPAÑA que "la verdad es que llegué a la dirección sin pensarlo demasiado. Yo era estudiante de piano en el Conservatorio de Oviedo cuando tuve la oportunidad de dirigir algo y vi que tenía habilidades. Tenía 20 años y tuve la ocasión de hablar con un amigo, el presidente de la banda de música de Candás, que me propuso dirigir la banda, y dije que sí, aunque era una experiencia completamente amateur. Me fui a EEUU pero como pianista y tuve la oportunidad de trabajar en la orquesta de la universidad en la que estuve, la John Hopkins de Baltimore y pude hacer una prueba para la Juilliard School en Nueva York. Justamente en ese momento en el que me admitían y me daban la beca en Nueva York pude debutar de Gijón. Supongo que algo verían en mí sí me pusieron al frente de la sinfónica".

"El cambiar de pianista a director de orquesta supuso la culminación de un sueño", afirma, "bueno, el inicio de un sueño más bien, porque nunca se llega a la cima, pero sí supuso lograr algo que jamás se me había pasado por la cabeza. Veía la dirección como algo muy complejo. Es un mundo muy complicado y a nivel profesional llegan muy pocos".

Si hay un rasgo común a todos es sin duda que su vocación viene de la misma infancia. Hugo Carrio, director artístico de "Sinfonía por el Perú", dejó una prometedora carrera como ciclista para coger la batuta y cumplir así su sueño de niño. Una vocación que, como al resto de directores asturianos, le obligó a formarse fuera de la región.

"Soy titulado superior en piano en el Conservatorio de Oviedo, con Natalia Mazoun y Tsiala Kvernadze. Desde siempre tuve inquietud por ser director de orquesta y al no haber esa especialidad en Oviedo me fui a Barcelona donde estudié en el Conservatorio Municipal de Barcelona. Luego estuve por toda Europa en compañía de grandes mentores", relata Nacho de Paz, un director especializado en música de los siglos XX y XXI que ha dirigido cerca de 300 estrenos mundiales en su trayectoria.

La única excepción podría ser Pablo González, que ha reconocido en diversas ocasiones que su interés por la dirección nació en Londres, a donde se trasladó con 19 años para perfeccionar su manejo de la flauta en la Guildhall School of Music & Drama. Desde ahí, el ovetense ha desarrollado una carrera arrebatadora, que le ha llevado a dirigir a la London Symphony Orchestra, a la Orquesta Nacional de España, a la Dallas Symphony Orchestra y a la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, entre otras.

Aparte de esa temprana vocación, todos estos músicos recibieron su primera formación en el sistema de conservatorios asturianos, pasando en algún momento por el "Eduardo Martínez Torner" de Oviedo. "Nacho de Paz, Óliver Díaz y yo éramos más o menos compañeros, aunque ellos eran un poco mayores. Y a Omar Navarro creo que le llegué a dar clase", relata Aarón Zapico. Aún siendo el más joven de la hornada, Navarro atesora ya un currículo que incluye haber dirigido a formaciones como la London Classical Soloist, el Ensemble Ars Mundi o la Joven Orquesta Nacional de España, y también se ha destapado como un prometedor compositor.

Pese a su origen común, las diferencias en las trayectorias son notables. "Cada uno se especializó en un estilo distinto. Óliver (Díaz) es una autoridad en zarzuela, Nacho (de Paz) es un reconocidísimo director de Contemporánea, Pablo (González) es quizás más todoterreno, y yo me he dedicado más a la música Antigua. Cada uno buscó su hueco", reflexiona Zapico, que acaba de ejercer como director invitado en la Orquesta Sinfónica de Galicia y que con "Forma Antiqva" ha actuado en la última edición de la "Primavera de Praga".

Omar Navarro hizo un trabajo de fin de estudios sobre los directores de orquesta asturianos y no ve que haya un nexo común aunque sí comparten el interés en la composición, "y para ser director debe atraerte analizar las composiciones. Ahora mismo no hay mucha gente que quiera ser director de orquesta en el Conservatorio de Oviedo aunque al ofrecer la especialidad quizás haya más gente que se anime gracias a los grandes directores que han salido".

A ninguno le va mal. En su ámbito, cada uno de estos primeros espadas de la música asturiana se está labrando un prestigio nacional e internacional, aunque la región no pueda disfrutar de su talento salvo con cuentagotas. A Aarón Zapico, que reside en la región, una aplicación restrictiva de la Ley de incompatibilidad le impide dar clase en el Conservatorio Superior de Música de Oviedo, que paradójicamente carece de profesor de clave. Zapico, por cierto, inaugura hoy el Heineken Jazzaldia en San Sebastián, un macro espectáculo multimedia "donde vamos en formación de orquesta con varios solistas invitados: desde un coro alemán a jazzistas como Uri Caine o Barbara Walker. Yo me encargo de la dirección musical".

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