Con sólo 26 años el cineasta caucásico Kantemir Balagov sedujo a la crítica en el festival de Cannes con su ópera prima, "Demasiado cerca" ("Tesnota"), un filme que denuncia el "asfixiante peso" de la tradición sobre los jóvenes, y en especial las mujeres, en el Cáucaso Norte y que se estrena ahora en España.

Ambientada a finales de los 90 en la república Kabardia-Balkaria, próxima a una Chechenia en guerra, la historia la protagoniza una joven judía de 24 años que se rebela contra todo lo que se espera de ella: viste como un chico, trabaja en un taller mecánico y mantiene una relación con un cabardino, en contra del dictado familiar.

"En el Cáucaso la mujer está habituada a la sumisión, es algo muy arraigado", ha asegurado a Efe el director, cuyo debut está apadrinado por el director y guionista Alexander Sokurov, considerado por muchos el sucesor de Tarkovski.

Balagov, nacido en 1991 en Nalchik, la capital de esta región rusa, cree que la sociedad caucásica está "estancada" y atrapada en "una dinámica populista de ensalzar el pasado heroico de sus pueblos minoritarios" en lugar de mirar al futuro.

En ese entorno, hacer cine habría sido una quimera de no haber sido por la ayuda de Sokurov, que abrió hace unos años una escuela de cine en Nalchik, donde Balagov ingresó en 2011. Cuando escribió su primer guion y tras buscar sin éxito la complicidad de algún productor en Moscú, se lo envió a su exmaestro y éste le ayudó a encontrar financiación, relata.

En Cannes la película obtuvo el premio FIPRESCI en la sección Un Certain Regard y la crítica alabó especialmente la interpretación de su protagonista, Darya Zhovner.

La trama arranca con una celebración, el compromiso del hermano de la protagonista con una chica también judía; a la mañana siguiente la familia recibe una nota de secuestro pidiendo un rescate.

El hecho del secuestro está basado en una historia real y relativamente habitual en la época en la que se desarrolla el filme, según Balagov "una forma de ganar dinero fácil", sin implicaciones políticas.

Pero la guerra también queda reflejada a través de unos vídeos reales de torturas y ejecuciones a soldados rusos, grabados en un pueblo de Daguestán en 1998 y que los protagonistas ven en una de las secuencias más polémicas de la película.

Se trata de un vídeo que llegó a manos de Balagov y sus amigos cuando tenían unos doce o trece años y que le impactaron profundamente: "Cuando hago algo procuro ser honesto conmigo mismo, por eso pensé que tenía que mostrar esa cinta tal y como yo la vi cuando era un colegial", ha explicado.

"Por otro lado, mis personajes viven cerca de la guerra y quería mostrar los contrastes de la época. Muchos están olvidando la guerra en Chechenia y no se puede olvidar", ha añadido.

La película también propone una reflexión acerca de hasta qué punto es lícito pedir a un hijo que se sacrifique por sus padres. "Estamos hablando del Cáucaso, donde prima la autoridad paterna y la idea de que como te he traído al mundo, debes hacer lo que yo te mande", subraya el cineasta.

Balagov trabaja ya en su próximo proyecto, un guion ambientado en Leningrado al final de la Segunda Guerra Mundial, es la historia de dos mujeres que después de haber participado en la guerra tratan de retomar "la vida normal".