William Fiennes vivió desde niño en el castillo de Broughton, propiedad de su familia desde el siglo XIV, lo que significó para el escritor una sensación de hogar y de arraigo fuera de lo común. Sin embargo, tras una larga enfermedad que a punto estuvo de costarle la vida, Fiennes sintió por primera vez la necesidad de buscar otro lugar. Aquella casa, y el pasado que contenía, se asemejaba de repente más a una cárcel que a un refugio. Inspirado por el reencuentro con una lectura de la infancia sobre la migración de los gansos de las nieves, comenzó a preguntarse qué misteriosas señales les anuncian a las aves que es hora de irse, hora de volar.

De manera impulsiva, Fiennes decidió unirse al formidable viaje anual de los gansos. Así, se trasladó desde la campiña inglesa hasta Estados Unidos, donde comenzó su odisea: durante meses acompañó a una inmensa bandada de gansos nivales desde sus áreas de invernada en Texas hasta sus zonas de reproducción en el Círculo Polar Ártico. Su experiencia da lugar a "Los gansos de las nieves", un libro de viajes fascinante, donde el relato de su periplo se entremezcla con las historias de los grandes ornitólogos, sus descubrimientos y anécdotas más asombrosas, y con las de las propias aves, sus costumbres y sus hazañas.

Pero, además, este libro, publicado por Errata Naturae, es también el relato de un viaje a una América en muchos sentidos aún profunda y salvaje. Como algunos de los mejores narradores norteamericanos, Fiennes nos cuenta sus días y sus encuentros con una exquisita sencillez que nada tiene de sencillo, con la serenidad narrativa del que viaja sin prisa, pero a través de una mirada selectiva capaz de rescatar con precisión las percepciones y los detalles que nos permiten reconstruir todo un mundo. Así, su viaje se convierte en una extraordinaria meditación sobre la indescifrable sabiduría de la naturaleza y la inagotable curiosidad de los seres humanos.

Fiennes nació en 1970 y es uno de los escritores ingleses más destacados de su generación. Estudió en la Universidad de Oxford, donde desarrolló una brillante carrera académica, hasta que decidió dedicarse a la escritura. En 2003 recibió el prestigioso Premio Hawthornden por su primer libro, Los gansos de las nieves, que además fue finalista del Premio Samuel Johnson. También ganó el Premio Somerset Maugham y fue elegido por el Sunday Times como Escritor Joven del Año 2003. Su segundo libro, The Music Room (2009) fue finalista de los premios Costa Book, Ondaatje y PEN/Ackerley. Es colaborador habitual de medios como Granta, The London Review of Books, The Observer y The Times Literary Supplement.

Así comienza libro:

"No teníamos ni idea de que el hotel iba a convertirse en la sede de un torneo de golf profesional femenino. Cada mañana, antes del desayuno, las jugadoras se reunían en los tees de prácticas para mejorar su swing. Vestían camisas de polo de colores vivos, pantalones cortos de tartán y de guinga holgados, calcetines blancos y pulcros zapatos de clavos que repiqueteaban en los senderos pavimentados del club de campo. Llevaban el pelo recogido en moños que asomaban por la abertura trasera de sus gorras de béisbol; sus pantorrillas, brillantes y bronceadas, parecían tencas recién pescadas y adosadas a la parte posterior de sus espinillas. Los caddies permanecían junto a las pesadas bolsas de piel en el borde del tee de salida y las mujeres sacaban palos de las bolsas con la indiferencia de un arquero. Pronto, las limpias pelotas de golf salieron 10 11 disparadas de los tees y sobrevolaron las señales que marcaban cada uno de los cincuenta metros del fairway.

Además del campo de golf, una piscina climatizada y dos pistas de tenis, los clientes del hotel tenían a su disposición una biblioteca con paredes color melocotón y alumbrada por lámparas de pie. Los antimacasares blancos daban una recargada distinción al sofá rojo sangre y a los sillones a juego. Entre las librerías, en un sencillo marco de madera bañado en oro, una litografía en color mostraba un puente en suspensión, encordado como un arpa, con frmes pilotes arqueados y altas torres de apoyo que elevaban la curva de los cables principales. Unos libros repujados y encuadernados en cuero marrón y verde ocupaban las estanterías junto a volúmenes más modestos encuadernados en tela, cuyos lomos se habían descolorido allá donde les había dado la luz. Los libros no estaban destinados a la lectura. Su propósito era recrear la atmósfera de una casa de campo de la época del imperio. Lo que el decorador pretendía transmitir era: 'Éste es un lugar al que los caballeros pueden retirarse a fumar'".