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Devoralibros

¿Qué pasó con la chica desaparecida?

Mary Kubica vuelve a mostrar su habilidad para intrigar e inquietar a los lectores con "No llores"

Harper & Collins, 315 páginas, 18,90 euros

Viéndolo con perspectiva, debería haberme dado cuenta de inmediato de que algo iba mal. El ruido ensordecedor en mitad de la noche, la ventana abierta, la cama vacía. Más tarde, achaqué mi indiferencia a una serie de cosas, desde el dolor de cabeza hasta el cansancio, pasando por la estupidez absoluta.

Pero aun así.

Debería haberme dado cuenta de inmediato de que algo iba mal.

De Mary Kubica teníamos las positivas referencias de Una buena chica y Una chica desconocida, dos novelas que graduaban con mucha habilidad la temperatura de la intriga y tejían un suspense convincente y, por momentos, agobiante, con personajes bien dibujados y alejados del estereotipo al que tanto se abonan muchas novelas de este género. Kubica vuelve a mostrar sus credenciales como escritora que sabe cómo atraer a los lectores y mantenerlos interesados con sus historias repletas de misterios y preguntas que esperan respuesta.

Nos plantamos en Chicago, ciudad que Kubica conoce de sobra porque allí vive. ¿Qué ha ocurrido con una mujer llamada Esther Vaughan que vive en el barrio de Andersonville? Ni rastro de ella. Pero hay un hilo del que se puede tirar: una carta dirigida a alguien a quien llama "cariño". Y no parece que sea una forma de tratamiento caprichosa o escrita con ligereza. No: hay algo detrás de esa simple palabra que invita a sospechar. Es lo que hace su amiga y compañera de piso, Quinn Collins, que no tiene muy claro si la Esther que ella conocía era como pensaba que era.

Dejamos a Quinn con sus sospechas y dudas y nos vamos a un pueblo costero de Michigan. Nos lleva una hora viajar de Chicago a ese lugar. Una enigmática muchacha de gran belleza y actitud inquietante entra en la cafetería donde Alex Gallo, un chaval de dieciocho años, trabaja lavando platos para ganarse la vida, y ver cómo su padre lo malgasta en vicios líquidos. Cómo no sentirse atraído por ella. Lo que no imagina es que con esa hermosa desconocida llegan sombras y amenazas que no presagian nada nuevo.

¿Y qué tienen que ver ambas historias? ¿Por qué las ha elegido Kubica para desarrollar su trama? ¿Qué une a esos personajes? Lo normal es pensar que la mujer que desaparece en Chicago sea la misma que aparece en Michigan. Lo normal. Pero es que Kubica no es una escritora que opte por salidas normales a sus intrincadas historias. Lo sea o no lo sea, el personaje de la mujer recién llegada promete emociones fuertes. Y ahí la autora se mueve a sus anchas jugando con las expectativas del lector, tirando del hilo cuando quiere o enrollándolo cuando hace falta. Al emplear dos voces narrativas, Kubica tiene la ventaja de mostrar u ocultar hechos a su conveniencia, y se lo perdonamos porque es por una buena causa: entretener, mantener enganchado a los lectores sin tenderles trampas facilonas. Y esa doble perspectiva permite, además, construir dos personajes muy distintos a los que la autora dota de los necesarios matices psicológicos para que podemos identificarnos con uno u otro, o con los dos, de forma que avanzamos por el laberinto de "No llores" sin que decaiga el interés y contando las páginas para llegar al final y averiguar qué demonios ha pasado.

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