La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

María Dolores Pradera, la hija de un indiano tinetense

Su progenitor emigró de la braña de Rellousu a Chile, donde hizo negocios que se torcieron poco antes de su muerte, en 1935

María Dolores Pradera, en el rodaje en Covadonga de "Altar mayor", en 1943.

María Dolores Pradera, fallecida ayer en Madrid a los 91 años, era en realidad María Dolores Fernández Pradera, hija de un asturiano de Tineo que emigró primero a Argentina y luego a Chile, donde ejerció como empresario al frente de diversos negocios e hizo un capital que lo convirtió en un indiano triunfante.

Esto permitió a la familia vivir con gran comodidad en Madrid, en el barrio de Salamanca, donde nació la cantante ahora fallecida, y alternar la residencia española con viajes frecuentes a tierras americanas, donde continuaron las principales inversiones del progenitor. La muerte prematura de su padre en 1935, un año antes de que estallara la Guerra Civil española; la larga duración de la contienda (de 1936 a 1939) y algunos infortunios y contratiempos en los negocios ultramarinos, frustraron la posibilidad de que su viuda e hijos pudieran preservar una situación económica holgada.

Juan Antonio Fernández, el progenitor, natural de la braña de Rellousu, donde nació en 1886, partió de Asturias muy joven como tantos otros coetáneos que cruzaron el Atlántico a corta edad atraídos por las oportunidades que ofrecía el continente americano. Formó parte así del fastuoso contingente de adolescentes varones que integraron el gran éxodo asturiano a las repúblicas latinoamericanas, y que alcanzó proporciones masivas entre el último tercio del siglo XIX y los años 30. Huyendo de una economía de atraso, subsistencia y enorme pobreza, Fernández permaneció una etapa en Buenos Aires, donde apenas hizo progresos, y se trasladó luego a Chile, donde acabó siendo propietario de una fábrica de muebles y fue accionista, entre otras empresas, de la compañía Nitratos de Chile. En un viaje a España, y ya con buena posición económica, el tinetense conoció a la vasca Camen Pradera, con la que contrajo matrimonio. La familia se instaló en España y hacía continuos viajes a Chile. Cada vez que la esposa quedaba embarazada, el matrimonio volvía a Madrid para que los hijos nacieran en España.

María Dolores nació en 1926 (y no en 1924 como ella misma propagó) y recibió el nombre de su abuela asturiana. De niña, viajaba una vez al año a Chile en barco con su madre y sus hermanos para reunirse con el padre y desde aquellas travesías de 30 días el mar siempre le inspiró respeto y terror.

Pese a ello, la ausencia del padre fue un sentimiento aún más profundo y en 1932, con seis años, se escapó de su casa en la calle del General Oráa, de Madrid con un hatillo, calle de Serrano adelante, con el afán, como el niño Marco de "De los Apeninos a los Andes", de viajar sola a América en busca del progenitor. Fue detenida por la policía en las inmediaciones de la Puerta de Alcalá y devuelta al hogar.

Algunos negocios de Juan Antonio Fernández se torcieron. Esto, su muerte prematura en México en 1935 cuando aún no había cumplido 49 años y estaba liquidando algunas inversiones, y el estallido meses más tarde -en 1936- de la Guerra Civil española, dejó a la familia en Madrid en una situación difícil. La intérprete dijo en alguna ocasión que entonces se le "acabó la infancia".

María Dolores Pradera comenzó a cantar en 1936, con diez años, como forma de supervivencia en el Madrid republicano sometido a tres años de bombardeos y asedio. Acompañada por su hermano mayor, inventaba cuplés que interpretaba por las calles a cambio de un puñado de arroz o de fabas.

Cuando en los años 40 se convirtió en profesional, incorporó a su repertorio la canción y el folklore hispanomericanos a los que se había habituado de niña en sus desplazamientos al continente y que formaban parte por ello de su mundo propio de emociones y de referencias.

En sus giras profesionales intimó en México con asturianos exiliados como Rafael Fernández y Pura Tomás, y, a partir de 1950, con los Taibo, a los que oyó cantar vaqueiradas en su casa de México DF. Reconoció en ellas los ritmos y sones de sus ancestros paternos de las brañas de Tineo con los que se familiarizó en sus veraneos infantiles en Luarca. En alguno de sus discos incorporó temas del folklore asturiano como reconocimiento y tributo a esos orígenes.

Compartir el artículo

stats