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Un gigante en el Bernabéu

Ablanedo, que tardó en asentarse en el primer equipo del Sporting por la desconfianza de Boskov hacia su talla, asombró en el debut frente al Madrid

Un gigante en el Bernabéu

El 6 de enero de 1985, la afición del Santiago Bernabéu descubrió lo que mucha gente en Gijón sabía al menos dos años antes: que el Sporting tenía un porterazo. El entrenador rojiblanco, Vujadin Boskov, se había rendido a la evidencia y aparcado sus prejuicios hacia Juan Carlos Ablanedo, al que había concedido la titularidad desde el primer partido de su segunda temporada en el banquillo, 1984-85. Aquella tarde de Reyes, Ablanedo lo paró todo frente a un Madrid que estaba gestando el equipo de las cinco ligas seguidas con la "Quinta del Buitre". Juanito, Butragueño y Valdano, el tridente blanco de aquella temporada, se atascó ante un gigante de 1,78.

En el verano de 1982, Juan Carlos Ablanedo (Gijón, 2 de septiembre de 1963) estaba preparado para dar el salto al primer equipo del Sporting y competir con Castro y Rivero, mientras que Claudio se marchaba al Cádiz. Pero la llegada de Vujadin Boskov iba a suponer un frenazo que se le hizo muy largo. "Prefería porteros altos", señala ahora con cierta resignación. Así que Ablanedo se pasó casi toda la temporada 1982-83 entrenando con Maceda, Joaquín, Ferrero y compañía, y jugando los fines de semana con el filial.

Aún así, aquella liga le dejó el primer momento imborrable para cualquier futbolista, el del debut. Con Castro lesionado, una expulsión de Rivero en el minuto 62 del Sporting-Espanyol, el 2 de enero de 1983, obligó a Boskov a contar con el "pequeño" Ablanedo: "Tengo la imagen de El Molinón de noche, con un grandísimo ambiente. Como mis opciones de jugar eran escasas, me pilló por sorpresa. Pero no me puse nervioso. Tuve que ir a la portería del fondo sur, que me pareció enorme. También me impresionó el ruido". En su primera media hora todo salió bien: "A los dos minutos marcó Savic y aguantamos el 1-0. Creo que sólo tuve que hacer una intervención complicada".

Desde esa primera vez hasta su debut como titular hay un salto de quince meses, en los que a Juan Carlos Ablanedo le rondaron malos pensamiento: "Era mi tercera temporada en el filial y la situación afectó a mi rendimiento. No veía claro mi futuro en el fútbol". Una temporada discreta para el Sporting de aquellos tiempos (acabó decimotercero) y la presión del club y del entorno animó a Boskov a dar paso a Ablanedo en los dos últimos partidos de la Liga 1983-84: "Debuté como titular frente al Betis en el Benito Villamarín, el mismo día que mi hermano José Luis".

Esta vez no le pilló por sorpresa y, a pesar del 3-0, Ablanedo acabó contento: "Hice un buen partido. Me metió los tres goles Calderón, uno muy bonito y otro de penalti". Con la marcha de Boskov y su sustitución por José Manuel Novoa, las dudas de Ablanedo se evaporaron: "Novoa me conocía del filial y en pretemporada me dijo que estuviera tranquilo, que iba a jugar". Pese a la derrota en el primer partido, en El Sardinero (1-0), aquel Sporting volvió a funcionar asentado en una buena defensa, coronada por un portero que, con 22 años, ganó su primer "Zamora".

Curiosamente, Juan Carlos Ablanedo sólo se perdió la visita del Madrid a El Molinón en la segunda jornada, debido a una huelga convocada por la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). Así que no tuvo enfrente a las figuras del equipo blanco hasta la segunda vuelta en el Bernabéu. Aquel Madrid de transición, con Amancio Amaro en el banquillo, jugó con Miguel Ángel; Chendo, Stielike, San José, Camacho; Gallego, Sanchís, Martín Vázquez (Pineda); Juanito, Butragueño y Valdano. Enfrente un Sporting que había vuelto a apostar por la cantera y que arrancó un empate a cero con Ablanedo; Espinosa, Maceda, Mino, Jiménez; Joaquín, Tino, Mesa, Tocornal (David); Ferrero (Quini) y Zurdi.

"Me hacía ilusión jugar en el Bernabéu y me salieron las cosas bastante bien", destaca. De todas sus paradas recuerda una a lanzamiento de falta de Juanito y otro momento en la que el "7" blanco tenía todas las de ganar: "Cuando nos pitaron un penalti, Quini se acercó para decirme cómo los tiraba Juanito. Acertó, suave y junto al poste izquierdo, pero por suerte el lanzamiento se le marchó fuera".

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