Dos fueron las novedades de Herrera en la alineación. La esperada vuelta de Michael Santos y la no tan esperada aparición de Bergantiños. Alinear al gallego junto a Sergio fue la respuesta a los cambios adelantados por el técnico para gustar, emocionar. Dos pivotes defensivos para jugar en casa ante el colista. De inicio, la idea pareció una contradicción. Los primeros minutos demostraron que el técnico quiere resolver antes los problemas de desequilibrio que de falta de juego. Y justo es atribuirle la imagen de un Sporting más ordenado que el visto es las últimas jornadas. Otros problemas importantes, como la falta de fútbol, siguen sin resolverse.

Intentó Bergantiños mostrarse más allá de su conocida habilidad para robar el balón. Suyo fue un pase entre líneas a Santos nada más iniciar el partido. Un detalle fugaz dentro del atasco que empezaba a generarse. Quiso ayudar el Sevilla Atlético con un penalti absurdo que, a diferencia de anteriores ocasiones, tuvo dueño antes de lanzarse. Scepovic tiró y Caro paró. En días en los que lo importante era capear con la ansiedad, este fallo hizo peligrar la tranquilidad necesaria para encontrar el camino. El mérito de tapar bien la salida de balón del filial hispalense, en lo que el doble pivote defensivo tuvo mucho que ver, no parecía suficiente para convencer a El Molinón, que veía que el marcador seguía sin moverse. Los murmullos se transformaron en silbidos a los 24 minutos de juego, cuando intentaba estirarse el rival.

El partido lo vino a desatascar Carmona en una de sus visitas al centro del campo. A pesar de que Herrera lo ha colocado por banda en los últimos partidos, la tendencia del balear sirvió para evidenciar su facilidad para saber aprovechar detalles que marcan la diferencia, como los desmarques de Scepovic al espacio. El serbio se quedó solo ante Caro, volvió a estrellarse con el meta visitante, como pasó en el penalti, pero el rechace desencadenó que Santos le dejara en bandeja una nueva oportunidad. A la tercera fue la vencida.

Con el aval del marcador a favor, la historia siguió igual. Hubo sustos, como una salida a destiempo de Mariño, con pantalón y medias de amarillo chillón por coincidir su indumentaria negra con la del Sevilla Atlético. El pragmatismo de Herrera, sin embargo, encontró un segundo premio. En este caso, fruto del trabajo de estrategia, encabezado por su segundo, Ángel Rodríguez. Se sabía que Sergio iba a ser el destinatario del saque de esquina botado por Carmona. El tanto, que llegó nada más iniciarse el segundo tiempo, tumbó a los de Tevenet.

La versión de un Sporting centrado en aplicar el sentido práctico, antes que el estético, acabó de subrayarse en el tercer gol. No hizo falta trenzar jugada. Pablo Pérez se guió por la pizarra para moverse en un saque de banda, obtuvo la ventaja suficiente para meter un balón pingón al segundo palo, y Scepovic hizo el resto. Hubo tiempo para un cuarto tanto sin combinaciones. El del penalti que marró Castro.