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Asturianos tristes en el "país de la sonrisa"

Andrea de la Rubia estudia Arte en Katmandú Laura Caicoya colabora en el Nepal con varias ONG

Andrea de la Rubia.

Gustavo GARCÍA /

A. RUBIERA / J. A. O.

"Ya no hay templos. Es una pena enorme. ¿Qué ha quedado de Katmandú?". La pregunta que se hace en conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA desde la capital nepalí la gijonesa Andrea de la Rubia no espera respuesta, porque es una interrogación retórica, reflexiva y con la que transmite la conmoción que a esta joven licenciada en Bellas Artes le produce ver los efectos del terremoto. Tras dos días recorriendo la ciudad, Andrea de la Rubia bien sabe que ahora mismo la desolación, el caos y el polvo son las notas dominantes en muchas partes de un país en el que reside desde primeros de año, en la que es su segunda estancia en la tierra del Himalaya.

Hace un par de años a Andrea de la Rubia la llevó a Nepal un proyecto de cooperación y quedó tan encantada con la cultura y sus habitantes que volvió para hacer un máster en arte nepalí. Ayer, la gijonesa era una de las españolas que intentaba buscar la forma de desplazarse hasta el aeropuerto de Katmandú para integrarse en el grupo de españoles que el Ministerio de Asuntos Exteriores intenta sacar del caos, con enlace aéreo hacia Nueva Delhi. "Ahora mismo no sé ni lo que hacer, pero creo que me voy a volver a España? No sé, estoy intentando organizarme", explica De la Rubia. A esta gijonesa el terremoto la pilló en uno de los barrios modernos de la capital, que aguantó mejor que otros la sacudida de la tierra. Un momento que recuerda por la sensación de "confusión, mareo" y extrañeza que generó. Fue apenas un minuto al que siguió luego mucho tiempo de "pequeños espasmos, sensación de la tierra moviéndose y temor a otras réplicas". El mismo día del seísmo, Andrea pudo avisar fugazmente a su familia asturiana de que se encontraba bien y que volvería a llamar en un momento, pero hasta ayer su madre, Susana de la Rubia, no había vuelto a contactar con ella.

Ahora que el temor a las réplicas se va mitigando, lo que queda es la desolación por los "muchísimos muertos". Muchos de ellos atrapados en esos templos y palacios nepalíes que tanto atraen a De la Rubia, cuyo interés profesional está puesto precisamente en la creación artística en lugares con escasos recursos. Su madre, que la visitó hace escasas semanas en Nepal, tampoco puede dejar de acordarse del sufrimiento que estarán pasando "en el país de la sonrisa", en referencia al carácter de sus habitantes.

A la luarquesa Laura Caicoya el terremoto de Nepal la sorprendió en un autobús de camino a la localidad de Pokhara. El traqueteo del vehículo hizo que ni ella ni su compañera Nerea, con la que comparte profesión de educadora social en el país, se percataran de lo que sucedía. Fue a doscientos kilómetros de Katmandú e inmediatamente tomaron la decisión de poner sus manos a disposición de las víctimas, viajando hasta la capital nepalí.

Laura Caicoya se encuentra en Nepal desde el pasado mes de enero, desarrollando labores humanitarias como voluntaria. Esta educadora social pidió una excedencia en su trabajo para poder colaborar con diversas ONG, una actividad en la que tiene una dilatada experiencia.

"En el viaje a Katmandú, su mayor temor era que las carreteras estuviesen llenas de piedras, pero parece que no han tenido muchos problemas y han llegado bien", relataba ayer por la tarde su madre, Cristina García, que tiene clara una cosa: "No quiere que la repatríen, se va a quedar allí ayudando a las víctimas".

A 30 kilómetros al suroeste de Katmandú estaba el sábado Jacobo McGuire Izquierdo, un astur-norteamericano de 23 años residente en California que acudió a Nepal con el Cuerpo de Paz de Estados Unidos, una institución creada por el presidente Kennedy para la ayuda a países pobres. Licenciado en Políticas, McGuire llegó a Nepal para desarrollar un proyecto relacionado con la agricultura sostenible. Su madre, la ovetense Isabel Izquierdo, aseguró ayer a LA NUEVA ESPAÑA desde EE UU que el joven la telefoneó el sábado tras el seísmo para informar de que se encontraba bien y que, desde entonces, no han tenido más noticias, aunque las autoridades afirman que todos los componentes de su expedición están ilesos.

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