El pequeño pueblo de Tordómar está marcado por la tragedia de la que ayer, domingo, se cumplieron dos años, la muerte en un pavoroso incendio de seis miembros de una familia gijonesa: la abuela María José Medio, sus hijas María y Almudena y tres de sus nietos. Las víctimas habían acudido a una casa rural de esta pequeña localidad burgalesa junto a otros seis familiares. Era el regalo de Reyes que le tenían preparado a la abuela, reunir a la familia dispersa durante un fin de semana. Sin embargo, una prenda sobre un foco causó un incendio que cogió a los doce miembros de la familia durmiendo, sin posibilidades de defensa. Los vecinos del pueblo acudieron a socorrerles al oír las voces en mitad de la noche, pero no pudieron evitar el triste resultado: seis cadáveres.

Dos años después, Tordómar trata de encontrar una tranquilidad que se hace cuesta arriba. "Esta tragedia no se olvidará jamás", aseguró la alcaldesa, Inmaculada Sierra. "La gente se acuerda de aquella noche, no hay manera de olvidarse", añadió. "La vida es la que es. Se pueden tomar todas las precauciones que se quieran, pero los accidentes existen. La vida es riesgo", reflexionó.

Una vuelta a la normalidad del pueblo sería la reapertura de la casa incendiada, que continúa cerrada y sin arreglar, según su propietaria, Lourdes Álvarez.

Esta mujer ha estado, según confesó, año y medio a tratamiento a consecuencia del impacto. "Yo no quería seguir viviendo después de lo que pasó. El hecho de que no haya sido culpa mía no mitiga la zozobra que siento. Llevo a esa familia siempre conmigo", aseguró la mujer, que todavía habló con una hermana de María José Medio estas Navidades. "Han tenido otra nieta. No llena el hueco de los que faltan, pero es un motivo de alegría", dijo.

Reabrir la casa

La mujer acaba de realizar el último trámite para iniciar los arreglos de la casa. "Aún estoy con las fuerzas justas, pero la gente del pueblo me pide que vuelva a abrir para recibir huéspedes. Al fin y al cabo, animan la vida del pueblo", aseguró. En los últimos días la casa se ha inundado por la crecida del Arlanza, y ayer mismo confesaba que acababa de salir del hospital con su marido, ingresado tras hacerse un profundo corte en una pierna con una motosierra, días atrás.

En cualquier caso, Lourdes Álvarez no se hizo muchas ilusiones: "Va a costar que se olvide en este pueblo lo que ocurrió. Esto no se va a olvidar nunca".