El clan acusado de traficar con heroína en una vivienda de Ceruyeda, en la zona rural de Avilés, tenía establecidas unas medidas de seguridad tales que los agentes no pudieron ver en ningún momento cómo se realizaban las transacciones con los toxicómanos. Las ventas, indicaron, se realizaban en el interior de la vivienda, lejos de miradas indiscretas, y por la noche llevaban la droga a unos bardales de Les Huertes, para que la Policía no pudiese encontrar droga en la vivienda en caso de que irrumpiesen por la noche, o al menos es lo que sospechan los agentes, que vieron al jefe de la familia y a su hijo dirigirse en varias ocasiones a la zona para coger paquetes sospechosos.

En uno de esos seguimientos, el supuesto cabecilla del clan, Alfredo H. C., espetó su vehículo contra el de dos policías, unos hechos considerados como un atentado a la autoridad que ya han sido juzgados en Avilés. Lo curioso del asunto es que, según los agentes, casi de inmediato, nada más producirse el accidente, se produjo una estampida de la gente que se encontraba en la vivienda. Los policías irrumpieron en el domicilio, donde se habían dejado todas las luces encendidas. "Huyeron todos en un minuto, dejaron hasta una sartén al fuego con un filete", aseguró un policía.

Mientras estuvieron registrando la vivienda -las defensas, a cargo de Ana G. Boto y María Escanciano, sostienen que los agentes causaron un estropicio-, aparecieron por la casa algunos yonquis que querían comprar heroína. La Fiscalía contaba hasta con cuatro testigos que en su día admitieron haber comprado heroína al clan. Ayer se desdijo el tercero de ellos, y el cuarto no se presentó. La Audiencia ha ordenado que sea conducido por la fuerza pública a presencia del tribunal el próximo 7 de junio.